Central de Abasto de Pachuca padece hacinamiento e inundaciones
 
Hace (82) meses
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Inundaciones, problemas para gestionar los desechos, insalubridad, falta de servicios básicos como drenaje y agua, además de un estacionamiento a punto del colapso, son sólo algunos de los problemas que enfrentan comerciantes y clientes de la Central de Abasto de Pachuca.

Con 37 años de estar en funcionamiento, el entonces gobernador Jorge Rojo Lugo (1975 – 1985), inauguró al final de su mandato las instalaciones de la Central de Abasto, asentadas en un terreno de siete hectáreas.

Con el propósito de que fuera el centro de acopio y distribución de los productos agrícolas producidos en el estado, el proyecto original contempló 30 bodegas distribuidas en dos andenes, así como un amplio espacio destinado al estacionamiento de clientes y proveedores.

Sin embargo, desde su origen, este proyecto careció de acceso regulado a servicios básicos, tales como suministro de energía eléctrica y agua potable. Además de que su edificación se realizó sin contemplar un sistema integral de drenaje.

Por lo que año con año, en temporada de lluvias, los comerciantes mayoristas y minoristas que ofertan sus productos han padecido de inundaciones que dificultan el traslado de mercancías.

El proyecto para edificar esta central consideró ubicarla a las afueras de la mancha urbana de Pachuca, a un costado de la también recién inaugurada Central de Autobuses; construidas ambas como parte de un proyecto para modernizar la capital del estado.

Al cabo de los años, este centro de abasto quedaría rodeado por la colonia residencial San Javier, una de las de mayor plusvalía en Pachuca, en donde por años transitaron autos de lujo junto a transporte de carga que entraba y salía por el boulevard Valle de San Javier.

Hasta que una prohibición del ayuntamiento local restringió el paso de camiones pesados, dejando como única vía de acceso el ubicado sobre el transitado boulevard Javier Rojo Gómez.

Además del acceso y salida por los boulevares de San Javier y Rojo Gómez, la Central de Abasto cuenta con una salida por la vialidad Nuevo Hidalgo, que colinda con el estadio de futbol Hidalgo.

Debido a la alta afluencia vehicular de la zona y su colindancia con la central de autobuses y el estadio, la Central de Abasto de Pachuca quedó encerrada en una zona muy transitada de la ciudad, lo que complica la entrada y salida de las miles de toneladas agrícolas que aquí distribuyen cerca de 300 comerciantes año con año.

Tan sólo el abogado y comerciante David Urbano distribuye al año mil 440 toneladas de granos, semillas y chiles secos. Por su parte, David Heras vende diariamente 3 toneladas de piñas, que anualmente representan ventas por mil toneladas.

No se diga la señora Juana Lugo, una de las comerciantes mayoristas más importantes de la Central, que con “Mabaja y Lugo e Hijos” coloca diario aproximadamente 15 toneladas de frutas de temporada y origen, que al año pueden alcanzar las 5 mil 475 toneladas.

Es por ello que para los comerciantes el asunto de la accesibilidad a la central de abasto no es un tema menor, como tampoco lo es la falta de un estacionamiento moderno y transitable que permita a los clientes llegar y surtirse sin dificultades de mercancías.

Ya que en la actualidad lo que debiera ser el estacionamiento se encuentra ocupado por autos abandonados, basura y grandes baches que pueblan un terreno de terracería, donde además se ha realizado la construcción desordenada de pequeñas bodegas.

Sin embargo, no sólo es el estacionamiento de la Central el que ha crecido sin ningún orden, ya que lo que alguna vez fueron los andenes de las bodegas originales, en la actualidad son pasillos ocupados por comerciantes formales e informales que a diario ofertan en el hacinamiento sus productos.

Por ello no es extraño ver junto a una cremería y un puesto de verduras a un camión de desazolve limpiar la única coladera que tiene la central, la cual en temporada de lluvias expulsa las aguas negras que saturan la red sanitaria que corre por la avenida San Javier.

Esta situación provoca el anegamiento de los pasillos de la Central, donde clientes y comerciantes deben sortean charcos y goteras para poder acceder a los comercios de su preferencia.

Como lo explica el ingeniero y locatario David Heras quien en entrevista señala que el nivel de drenaje del boulevard San Javier es más alto que el del único drenaje de la central, “lo que ha imposibilitado que nos podamos conectar”.

“De tal suerte que, por gravedad, cuando llueve las aguas sucias de la calle se vienen hacia la Central, inundándola”. Y aunque advierte que en busca de una solución se realizaron reuniones entre comerciantes mayoristas, la existencia de “3 diferentes liderazgos” ha dificultado que se pongan de acuerdo, refirió.

Sobre los accidentes que provocan las inundaciones comentó que ocurren cada vez que llueve, “y todo pasa, hay más basura, más accidentes, y se imposibilita el movimiento de mercancía, y la gente deja de venir por los encharcamientos”.

La suma de todas estas situaciones ha colocado a los comerciantes mayoristas en un hándicap frente a las grandes empresas transnacionales, afirmó David Heras, ya que aunque los productos de los centros comerciales “no sea tan buenos o baratos como los de nosotros cuentan con estacionamientos ordenados, amplios horarios de atención y líneas de crédito que facilitan el comercio”, apuntó.

Finalmente, consideró que los mercados y centrales de abasto, como los de Pachuca, “deben mejorar su modelo de negocio; si no, no vamos a subsistir, y en lugar de crecer vamos a ir hacia abajo”.

 

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