Como prácticamente todo el Gobierno federal, la división de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) que se encarga de supervisar y regular la actividad de los puertos anda corta de recursos y está recurriendo a la creatividad para ahorrar tanto como sea posible.

Guillermo Ruiz de Teresa, titular de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante, explicó que existen planes para aprovechar materiales que normalmente son desechados, lo cual ayudará a reducir costos en la construcción de infraestructura.
El funcionario explicó que, para que cualquier puerto opere, es necesario dragar el lecho marino, es decir, remover miles de metros cúbicos de tierra para que los barcos más pesados y profundos puedan navegar sin quedar atascados en el fondo de los canales.
El material resultante suele ser tirado en medio del mar, en sitios autorizados por las Secretarías de Marina (Semar) y de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), pero ahora la SCT quiere utilizar todo ese volumen de material para rellenar los terrenos donde se construirán las terminales portuarias.
De este modo, sostuvo, se aceleran los plazos y se reducen los costos, además de que el proceso termina por ser más amigable con el medio ambiente.
Normalmente, sería la propia Secretaría la encargada de pagar el dragado, mientras que las empresas que operen la terminales tendrían que acarrear su propio relleno, pero ahora, se quedarán con el que se saque del fondo de esa zona.
“Yo le digo: ‘Al que va a dragar, tú le pagas, porque de cualquier manera, tendrías que pagar para traer tierra para el relleno’”, explicó Ruiz de Teresa.
El primer sitio donde hay planes para llevar a cabo este tipo de operación es el Puerto de Veracruz, donde se construirán cuatro nuevas terminales en el sitio conocido como Bahía de Vergara: una para contenedores, otra para automóviles, otra para graneles agrícolas y otra más para carga suelta.
El otro punto del país donde se tiene pensado utilizar esta técnica es Puerto Progreso, Yucatán, un recinto que está ubicado en su totalidad en una isla artificial de poco más de 30 hectáreas de superficie.