Desde que el martes pasado el personal del Ejército Mexicano se hace cargo de las instalaciones de la refinería Miguel Hidalgo, en Tula, los trabajadores son sometidos a revisiones minuciosas, a algunas áreas no pueden ingresar con celular, los militares verifican documentos y efectúan constantemente rondines en la zona de producción, donde se surten los ductos.

Lo anterior es parte de los testimonios de Lorena M., quien ha laborado en Petróleos Mexicanos (Pemex) desde hace 10 años, y de otro trabajador, quien solicitó omitir su identidad argumentando que no tienen permiso de contar lo que ocurre dentro de la industria.

Para la empleada de la petrolera, es excesivo que personal castrense le revise la bolsa, el termo y que restrinjan el uso del teléfono celular en algunas partes de las instalaciones.

De acuerdo con el trabajador, la operatividad de los militares se extiende a la verificación de documentos en el área de ventas. Ahí las pipas hacen fila para cargar el combustible y repartirlo en el centro del país.

Además de revisar papelería, los soldados inspeccionan las unidades; antes de que ingresen, las pipas pasan por un filtro del que se encarga personal de la empresa productiva del Estado, reveló.

“Nosotros ayudamos con una logística previa, avisando a los choferes los documentos que deben presentar; si no los tienen, no se pueden formar para surtir y se deben regresar. Lo hacemos para que el trámite sea más ágil”, añadió.

El alcalde de Tula, Ismael Gadoth Tapia, informó que en la localidad se establecieron las policías militar y federal, cuya presencia no representa un gasto extra para su administración, como ocurre con el batallón que llegó a mediados del año pasado, por el cual erogan 43 mil pesos al mes, por concepto de hospedaje.

Jesús González l Tula

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