Haz país, consume más maíz
 
Hace (66) meses
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Cuando te reciben con una enorme sonrisa, elotes asados, tlacoyos, galletas y agua fresca de tuna nada puede salir mal. La familia Ordóñez Esquivel, nuestros anfitriones, están por adentrarnos en sus milpas y maizales.

El brillo y el colorido de las mazorcas deleita la pupila, mientras Ariana cuenta que, al iniciar su tesis, uno de los asesores la orientó hacia los antioxidantes presentes en la alimentación tradicional.

“Tenemos cercanía con el campo. Mi familia siempre ha cultivado maíz, así que empezamos el estudio de antocianinas en el maíz morado y, hace 5 años, comenzamos a sembrarlo”, relata Ariana.

El cultivo en Occentlalli es orgánico, se realiza sin agroquímicos ni herbicidas y bajo un programa sustentable de manejo de residuos.

Todo el maíz -morado, azul, negro, blanco, cacahuacintle y palomero- es criollo; en la milpa hay habas, espinacas, quelites y acelgas.

El objetivo, en un inicio, era elaborar colorantes naturales y aprovechar -lo más posible- toda la planta. Tras realizar algunas pruebas, los Ordóñez Esquivel echaron mano de una parte de la cosecha para el consumo familiar y el resto fue destinado al propósito original.

Sin embargo, los altos costos empujaron a diversificar la producción. Galletas clásicas y veganas, tlacoyos, panqué de elote, tamales, atole, harina, esquites, tostadas y agua de maíz se sumaron a su deliciosa oferta culinaria.

“El maíz morado tiene las mismas proteínas y carbohidratos que el blanco, lo que lo distingue son las antocianinas.

“Queremos dar a conocer y promover sus beneficios: la alcalinización del cuerpo y el antienvejecimiento celular, principalmente.

“Es un trabajo enorme. Todos en la familia hemos tenido que entrarle; mi papa es ingeniero agrónomo y hace los fertilizantes; mi mamá es la que más trabaja en el campo y hace la nixtamalización; mis tías hacen las galletas y los panqués; mis hermanos, cuando no están en la escuela, ayudan a vender, y yo trabajo la adaptación del maíz y del terreno, los proyectos de innovación y la comercialización”, ahonda Ariana.

Occentlalli juega con tres palabras: Ocoyoacac, el municipio al que pertenecen, centli y tlalli, voces en náhuatl para maíz y tierra, respectivamente.

A ellos les gusta interpretarlo como “pedacito de maíz en tierra fértil”.

Parte del proyecto gestado por esta familia busca crear consciencia sobre la importancia del trabajo artesanal que se realiza en el campo para que este sea bien remunerado.

Los Ordóñez hacen un llamado a reflexionar que si los campesinos abandonan la milpa y el maizal, en pocos años sufriremos desabasto alimentario y desaparición de especies endémicas.

“Nuestro objetivo es preservar los alimentos tradicionales, trabajar y amar la tierra.

A muchas personas se les olvida de dónde vienen sus alimentos y lo que nos nutre”, sentencia don Jorge.

 

CARRERA

La autora es internacionalista y cocinera, es health coach y amante de los productos locales y artesanales. Imparte talleres y asesorías holísticas de equilibrio nutricional y dietas restrictivas.

 

 

Viviana Mahbub I Agencia Reforma

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