Cuando hace falta un respiro
 
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Cuando hace falta un respiro
Foto; Agencia Reforma

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Hay lugares que invitan a olvidarse del ajetreo cotidiano y obligan a vivir –el aquí y el ahora– sin tener más distractores que lo que ofrece la naturaleza.

Xixim, cuyo nombre quiere decir “concha de mar” en maya, es uno de ellos y se encuentra en la reserva especial de la Biósfera de Celestún.

Si recientemente has sentido esa necesidad de desconectarte para recargar energías y luego retomar con ánimo tu rutina, deberías de considerar una visita a este rincón de la Península de Yucatán.

Además de gozar con los atractivos que ofrece el resort, los viajeros responsables pueden realizar actividades ecoturísticas en áreas aledañas.

La naturaleza es sabia y entiende de las bondades que otorga esta paradisiaca zona. Quizá por ello, entre noviembre y marzo, los flamencos rosados llegan en grandes cantidades hasta la Ría de Celestún.

Quienes disfruten de los avistamientos no quedarán defraudados, pues otras aves vuelan por aquí.

“Hay pelícanos, cormoranes y varias especies chiquitas que luego hay que ver bajo la guía de un experto porque uno no tiene el ojo tan educado. Por aquí pasan como 300 especies de aves, que incluyen orioles, cardenales, loros, varias especies de colibríes y el martín pescador”, dice Verena Gerber, directora general de Xixim Unique Mayan Hotel.

La propiedad, ubicada a unos 10 kilómetros del pueblo pesquero Celestún, presume su playa tapizada de conchas grandes, medianas y diminutas y, por supuesto, de aguas tranquilas color verde esmeralda.

Imagina despertar en la mañana debido al canto de las aves y no por el sonido de un despertador. Luego, levantarte y practicar el tan en boga turismo de bienestar. Es posible hacer aqua yoga, ejercitar los brazos remando a bordo de un kayak, tomar un masaje o meditar mientras se camina por algún sendero interpretativo.

Los más activos probablemente opten por recorrer la zona a bordo de una bicicleta y, además de pedalear, hacer paradas para realizar avistamientos.

“No te encuentras en una isla privada, pero es como estarlo. El complejo tiene cinco kilómetros de playa lineal, entonces no hay manera de que te aborde un vendedor. No tenemos lanchas motorizadas ni motos de agua, porque cuidamos el ecosistema”, afirma Alejandra Pérez, encargada de comunicación del hotel.

Y aunque es posible conectarse a Internet, solo en algunos espacios, la idea es que los visitantes se alejen lo más posible de los dispositivos móviles.

“Lo que nos gustaría es que nuestros huéspedes pudieran desconectarse un poco de esa rutina. En nuestras habitaciones no hay televisión. Eso hace que convivas con la gente con la que viajas”, explica Pérez.

Hay que decir que las suites están inspiradas en tradicionales casas mayas. De hecho, la zona luce como una pequeña villa prehispánica.

Además, los huéspedes pueden acompañar a los pescadores de Celestún en su labor y posteriormente, cocinar el pescado bajo la supervisión de un chef.

Xixim tiene un objetivo: lograr que el visitante halle paz interior y esté en sintonía con la naturaleza.

Juan Carlos Molina I Agencia Reforma

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