El auto insignia de BMW ha vuelto. Y la espera no fue para nada breve. De hecho, tuvieron que pasar casi 20 años para que la segunda generación del Serie 8 apareciera en el mercado.
Cuando llegó al Autoshow de Frankfurt de 1989, aquel cupé de dos puertas acaparaba las miradas con un diseño aerodinámico y el uso de lujosas tecnologías, como una columna del volante ajustable electrónicamente y ventanas que subían y bajaban automáticamente al abrirlas.
Para aquel entonces, ya lucía como si recién lo hubieran desempacado del futuro.
Ahora, el nuevo Serie 8 Coupé parece listo para reescribir el significado de viaje de lujo.
En su interior, conviven opulentos acabados, como la piel perforada de los asientos y el pomo de cristal cortado de la palanca, con una pantalla de 12.3 pulgadas en el panel de instrumentos, un cargador inalámbrico para el smartphone y asistencias como seguimiento autónomo de carril.
Todo esto dentro de un auto que logra capturar las miradas, ya sea por su alargado cofre, su inclinado vidrio trasero o la robusta parrilla de doble riñón con forma hexagonal.
Y si uno mira con más atención, se encuentra con detalles como el toldo con diseño de burbuja doble y fabricado de polímero reforzado con fibra de carbono para reducir el centro de gravedad del coche.
Lo cierto es que el manejo del nuevo Serie 8 es brioso, el 8 cilindros biturbo dispara al vehículo con violencia tan pronto se lleva el acelerador a la mitad de su recorrido. Tanto así que, con sus 530 caballos, este deportivo puede llegar de 0 a 100 en 3.7 segundos.
El nuevo Serie 8 Coupé suma, además, ventilas activas en la parrilla, que se cierran y abren automáticamente para mejorar la aerodinámica, así como dirección en las cuatro ruedas que permite dar vuelta en espacios pequeños.
Isaac Flores I Agencia Reforma