Este año se festeja la edición 60 de los Premios Ariel y entre la lista de nominados destacan los nombres de dos hermanos que llevan el cine en la sangre: Mariana y Santiago, hijos de Guillermo Arriaga, escritor, productor y director, quien les heredó la pasión por el séptimo arte.
Para los jóvenes de 28 y 26 años, respectivamente, dedicarse a la misma profesión de su padre se dio de manera orgánica, ya que recuerdan su niñez rodeados de cámaras, sets e historias que los animaron a forjar su camino en esta carrera.
“Estamos emocionados porque esta es la segunda nominación que tenemos para este galardón, estamos en la categoría de Cortometraje Ficción con B-167-980-098, en el que quisimos contrarrestar los diálogos de Trump acerca de que todo lo que pasa en México afecta a su país”, contó Santiago.
Por otra parte, Mariana comentó que se siente afortunada de formar parte de esta lista, ya que vio la mayoría de las películas contendientes y afirma que son grandes obras de personas a quienes admira.
A paso firme
A través de su casa productora, Memento Mori Films, fundada en 2017, Mariana y Santiago han llevado su relación familiar a otro nivel y crecer bajo el mismo techo, ver películas similares y recibir los mismos valores les ayuda a que todo fluya mejor.
“Lo primero que hicimos juntos fue el corto Libre de Culpa, con el que se tituló Santiago, y, desde ahí, funcionamos perfecto. Nos hemos esforzado en la comunicación, la clave es ponernos de acuerdo en cada detalle para dejárselo claro al resto del equipo”, explicó la egresada de la Universidad Iberoamericana.
Ambos coincidieron en que dirigir es una actividad muy solitaria, sin embargo, un director siempre necesita de alguien con quién platicar sus planes, lo cual ellos encuentran en el otro y compartieron cuáles son las cualidades que cada uno aporta en
esta aventura.
“Ella tiene muchas herramientas que yo no, la sensibilidad es su fuerte, entiende muy bien cómo funcionan las personas sin juzgarlas y eso es importante para los personajes, pues sabe cómo justificarlos”, declaró el comunicólogo.
Infancia de película
La directora recuerda que la primera vez que tuvo acercamiento con el mundo cinematográfico fue cuando tenía 8 años, pues su papá los llevó al set de Amores Perros y ese día se le quedó grabado para siempre.
“Me acuerdo que en la escena estaba un perro que tuvieron que dormir, el personaje de El Chivo me sacaba de onda y también vi a Goya Toledo con vidrios en la pierna dentro de un coche totalmente deshecho. Tuve pesadillas por días”, mencionó.
Añadió que fueron al área de maquillaje, donde se percataron que todo era ficción y, aunque tardó en digerir esas imágenes, desde ese instante se enamoró de ese entorno.
En cambio, para Santiago, fue diferente, pues de pequeño tenía la ilusión de ser biólogo o astronauta.
“Fueron todas las curiosidades que tenía en la vida las que me llevaron a hacer cine, ya que en cada proyecto me puedo clavar con algo que me apasiona y vivir muchas historias”, señaló.
Mariana Muñoz I Reforma
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