Se dedicó con pasión a maquillar, peinar, coordinar y confeccionar vestuario y a llevar a cabo grandes producciones fotográficas, además de ser maestra de muchas generaciones de estilistas. Se trata de Marien Vera, una querida mujer, originaria de Cataluña pero mexicana de corazón, que con sus rizos naranjas encantaba a todo el que la conocía.

Junto con el Señor de las Tijeras, su esposo, el maestro Antonio Bellver, fundó una de las principales peluquerías de estilismo en el país y fue parte fundamental de muchas plataformas de estilismo presentadas por compañías líderes en la belleza.

Y es que México y Europa se rendían ante la creatividad de la explosiva pareja catalana. Los Bellver estaban acostumbrados a repartir por el mundo corazón, amistad, tendencia y conocimientos.

Juntos desde hace más de 50 años, Marien, quien marcaba inclinación desde que se casó al combinar un vestido blanco con llamativos zapatos rojos, y Bellver descubrieron en este País que su vida era vivir de pie creando fantasías capilares que hubieran encantado al mismo Picasso.

Y es que la maestría de ambos se lucía en las imágenes mágicas de fotógrafos como Iván Aguirre o José Diego Gómez, en un sueño propio de Dalí.

La dama de los bucles y los zapatos de puntas agudas, sentada a la máquina de coser podía recrear desde una bata llena de lunares, hasta una escafandra metálica que acompañara el corte futurista de su marido sobre una cabellera rosa. Juntos eran magia.

“Marien me regaló su genio y yo lo tomé como inspiración para vivir”, dijo Antonio en entrevista sobre una mujer hada, la persona abrió una academia en el Centro Histórico de la Ciudad de México para que niñas que andaban por las calles conocieran del arte de peinar, cortar y maquillar, solo para defenderse, decía.

“Antonio es un artista y sigo de su mano. Alguien tiene que quedarse en back stage a organizarlo todo, la escuela Joss Claude & Bellver, los maquillajes, los alumnos, las fotos, la casa, mis hijos…”afirmaba satisfecha esta agradable dama.

“Alguien tiene que encantarse haciendo platillos para los hijos y los amigos”, decía Marien entre la música de Serrat, un vino tinto, y la mirada puesta, amorosa, en su familia.

¡Descanse en paz!

Lupita Aguilar y Fernando Toled I Agencia Reforma