Decenas de ballenas grises llegan cada año a Bahía Magdalena, donde las han adoptado los pobladores del puerto Adolfo López Mateos, a 273 kilómetros al noroeste de La Paz.
Una, en especial, se convirtió en su amiga por muchos años.
“Esa ballena hizo historia, le pusieron la Cola Blanca. Al principio le teníamos miedo porque amenazaba con que nos iba a golpear y, antes de llegar a la embarcación, clavaba la cola y nos bañaba, lo hacía por jugar”, cuenta Edgar Castro, oriundo del puerto, soldador y pescador la mayor parte del año y, de enero a abril, capitán de una de las pangas que conducen a los viajeros al encuentro con los cetáceos.
Es la temporada de avistamiento en este santuario, al que suelen arribar en enero, después de un viaje de alrededor de 16 mil kilómetros desde Alaska.
“Vienen, se aparean, se van embarazadas y regresan el siguiente año a dar a luz o con el bebé, que nace 13 meses después de la gestación”, explica el biólogo marino Armando Lozano, fundador de Maar Experiences.
Estos misticetos (porque en lugar de dientes tiene barbas con las que filtran el alimento), agrega, entran a Bahía Magdalena, sobre todo las hembras con sus ballenatos, y cuando baja la marea salen al Océano Pacífico.
Esta temporada Edgar, el capitán, quien navega por aquí desde hace 33 años y ha visto parir a algunas ballenas, sonríe mucho más. ¿La razón? Asegura que hay más ballenas, como hace años que no veía; calcula hasta 200.
Cabe mencionar que el censo oficial de 2018 registró 150. E invita a regresar en los próximos días, cuando hayan nacido los ballenatos.
Son cerca de 18 kilómetros los que se recorren desde el puerto hacia el Pacífico en embarcaciones para máximo 15 personas.
De pronto comienzan a surgir lomos grises del agua y alguno que otro soplo, y parece que avientan agua. Armando explica que es el aire que expulsan por sus fosas nasales y que impulsa el agua acumulada.
Esta especie, aclara el biólogo, no es la que salta, hace giros y otras acrobacias. “Esas son las jorobadas”, dice el biólogo marino.
La ballena gris aguanta hasta 25 minutos bajo el agua, pero como los ballenatos resisten menos, quizá 10 minutos, detalla, salen con más frecuencia.
Así, además de lomos, se asoman algunas cabezas, echan un vistazo para orientarse.
El recorrido dura dos horas aproximadamente, pero el espectáculo natural que ocurre alrededor hace que se desee permanecer por mucho más tiempo.
¡Ballenas a la vista!
Para quienes gustan de las actividades al aire libre y el contacto con la naturaleza, 2019 les trajo una sorpresa: las ballenas grises llegaron tarde, así que están a tiempo de planear un viaje y es casi seguro que las verán.
La Secretaría de Marina y Recursos Naturales (Semarnat) establece la temporada de avistamiento del 15 de diciembre al 15 de abril, periodo permitido para que los viajeros recorran el santuario de Bahía Magdalena, en el puerto Adolfo Lopez Mateos, del municipio de Comondú, Baja California Sur.
Armando Lozano, biólogo marino y fundador de la agencia Maar Experiences, explica que los cetáceos suelen llegar en enero, y hacia finales de mes, por lo general, ya está la mayoría, pero este año se retrasaron y empezaron a arribar en febrero.
La razón, agrega, se debe al clima y la temperatura del agua, que se mantuvo más tiempo caliente en el norte, ya que estos mamíferos recorren cerca de 16 mil kilómetros desde Alaska, para quedarse en esta zona de la península, del lado del Océano Pacífico, para aparearse o dar a luz, aunque algunas jóvenes solo vienen a en busca de agua más cálida. Así que este santuario de la ballena gris, ubicado a aproximadamente tres horas de La Paz y a dos horas y media de Loreto, en Bahía Magdalena, está a la espera de más visitantes.
A detalle
-En los alrededores de La Paz se puede avistar la fauna marina a lo largo del año.
-Se espera que en los próximos días nazcan más y los avistamientos sean aún mejores.
-Decenas de ballenas ya nadan en la bahía y la salida al Pacífico, algunas con sus ballenatos.
En cifras
-25 a 30 años llegan a vivir
-33 toneladas pesan
-15 metros miden
Tania Romero I Agencia Reforma
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