¡Ah, raza!
 
Hace (94) meses
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En el campo nudista el nuevo socio se topó con Tetina Pómpez, joven mujer de ubérrimos encantos, y de inmediato acusó los efectos del encuentro. Advirtió eso Tetina y le dijo con tono de reproche: “Caramba, don Herecto, creo que está usted teniendo malos pensamientos”… Sir Galahad iba a ir a la segunda Cruzada, pues ya no alcanzó boleto para la primera. Le hizo poner a su esposa Guinivere un cinturón de castidad, y echó la llave en su baúl. La víspera de su salida, sin embargo, jugó al póquer con Lancelot, y no sólo perdió todo el dinero que llevaba para el viaje, sino también su espada y su caballo. Lo único que le quedaba para apostar era la llave del cinturón de castidad de su mujer. Lancelot aceptó la apuesta, no sin antes preguntar acerca del repertorio de habilidades amatorias de milady. Jugaron, y otra vez sir Galahad perdió. Llave en mano fue Lancelot a cobrar la apuesta. Regresó al punto con el marido y se quejó que la llave no había servido de nada. “¿Por qué? -se sorprendió sir Galahad-. Yo mismo la probé, y funcionaba bien”. “Posiblemente -replicó Lancelot-. Pero Guiniver estaba con Pepino el Grande, y ya había abierto el cinturón de castidad con un abrelatas”… El hombre y la mujer llegaron al mismo tiempo al más allá. Le comentó él a ella: “Tenías razón: tu marido ya sospechaba”… La hermana de Pepito estaba a solas con su novio en la penumbra de la sala. De pronto entró Pepito y le dijo al muchacho: “Había tanto silencio aquí que pensé que era hora de venir por 50 pesos para retirarme luego”… Le presentaron un músico a Babalucas: “Toca violín y viola”. Le dijo, severo, el badulaque: “Lo felicito por lo primero, pero lo segundo me parece sumamente reprochable”… Afrodiso Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, se estaba refocilando carnalmente con Florilina, muchacha poco experta. En medio del in and out le preguntó ella de repente: “¿Me amas?”. “¡Carajo! -exclamó con disgusto el follador-. ¿A quién se le ocurre hablar de amor en un momento como éste?”… En el lenguaje coloquial del norte ser “raza” equivale a ser un buen amigo. Cierto norteño respondía las preguntas de un funcionario de migración. “¿Nombre?”. “Pacífico Argudillo, a sus órdenes pa’ lo que se le ofrezca”. “¿Edad?”. “29 años entrados a 31”. “¿Estatura?” “1.80, con botas. Sin botas, 1.60”. Preguntó el funcionario: “¿Raza?”. Y contestó Pacífico, orgulloso: “¡De a madre!”… Himenia Camafría, madura señorita soltera, se presentó en la oficina de reclutamiento del Ejército. Le pregunto al capitán encargado: “¿Es cierto que el Ejército forja hombres?”. “Así es” -respondió el mílite. Pidió la señorita Himenia con humilde voz: “¿Podrían forjarme uno?”… Aquel oriental llegó a un restorán atendido por una pareja de esposos. La señora le presentó el menú, pero el sujeto no hablaba ni leía el español. Para indicar que quería un bisté de res figuró en su cabeza con los dedos unos cuernos, y luego hizo: “¡Mú!”. La mujer se volvió hacia su marido y le dijo: “Viejo, creo que el señor quiere hablar contigo”… Doña Macalota entró al cuarto de hospital donde estaba internado su marido, y lo halló en trance de fornicio con la linda enfermera. Antes de que la esposa pudiese articular palabra le dijo don Chinguetas: “Revisa la lista de cosas que me prohibió el doctor y verás que ella no está incluida”… Un muchacho fue a la farmacia a comprar condones. El farmacéutico le mostró varios. Se oyó de pronto una vocecita proveniente de la entrepierna del muchacho: “Escoge el mejor y más caro. Quiero causar una buena impresión”. FIN.

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