Gobernar no es fácil. Nunca lo ha sido, pero en estos tiempos de internet, redes sociales y multimedia, me parece que es todavía más compicado.
A Enrique Peña Nieto las cosas se le vienen abajo. Llegó a la presidencia con bastante nivel de aceptación, pero poco a poco el castillo de naipes se derrumbó.
Me sorprende que el mismo mandatario que logró las reformas fiscal y energética, luego haya tenido tantos problemas, al grado de que se ha desdibujado.
Parte de la retórica de Peña Nieto en la campaña presidencial se basaba en el mito de que los priístas sí sabían gobernar. Por ello acusaron a Felipe Calderón de todo. Le atizaron con el tema del incremento mensual de las gasolinas, y le tundieron más que duro con el asunto de la violencia en México, aquello a lo que el tricolor insistió en llamar la Guerra de Calderón.
Pues bien. Cuatro años después Peña Nieto tiene un país con problemas económicos, con protestas por todo lado debido al tema de las gasolinas, y ahora con balaceras y muertos en sitios públicos, como Playa del Carmen y Cancún.
Al PRI los votantes le dieron una nueva oportunidad para demostrar que podían ser mejores que los panistas. Hoy el PRI pasa por unos de sus peores momentos, pues la confianza popular era para que los gobernantes logaran avances mayores que los de Fox y Calderón, pero ese bono popular desapareció gracias a todos los errores cometidos por Peña Nieto y su equipo.
Gobernar no es fácil y Peña Nieto lo sabe. El mexiquense dejó ir la oportunidad de pasar a la historia como un gran presidente, y ahora deja a sus compañeros de partido un lodazal en la ruta a la candidatura. Habrá que ver quiénes son los valientes que decidan contender por la candidatura presidencial del PRI para 2018.