Durante décadas, la Ciudad de México ha descargado aguas residuales en el estado de Hidalgo; aun cuando el asunto no es lo suficientemente claro en cuanto a beneficios para la entidad, muchos aseveran que las aguas residuales son benéficas para la entidad, afirmación que de manera tramposa oculta la realidad a la que nos enfrentamos.

Estudios del Instituto Londinense de enfermedades tropicales aseguraron que en la década de los noventa del siglo XX, que muchas de las enfermedades que se presentan en la zona del Valle del Mezquital, están asociadas a las aguas residuales provenientes de la Ciudad y del Estado de México.

Estudios realizados por el Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo demostraron la presencia de metales pesados en niños hidalguenses, relacionada directamente con las aguas resiudales de la Ciudad de México, ciudad que por demás, presume su calidad de ciudad verde en el mundo, aun cuando destruye el futuro de Hidalgo.

Y esto lo hace frente a los diversos niveles de gobierno que confluyen en ambas entidades, quienes guardan un silencio ominoso y lleno de engaño.

Hoy la Comisión Nacional del Agua, asegura que, para evitar inundaciones en la zona de Tula, Hidalgo, deberá entubar una gran sección del Río Tula, dándole así el carácter oficial de drenaje sanitario y pluvial de aquella entidad. Una vez más el discurso de la mentira y el engaño se levanta frente a los hidalguenses; una vez más, como en la década del 70 del siglo XX cuando se le mintió afirmando que las aguas residuales traerían progreso y desarrollo a sus pueblos.

La verdad, se aumentará el caudal de agua residual enviada a nuestra entidad por la CDMX; nosotros tendremos que aprender a decir que no a los supuestos sustentables de la CDMX y al propio gobierno de la entidad, que no se ha pronunciado a favor del pueblo que gobierna, y que ha optado por el silencio ominoso frente a la desgracia de su propio pueblo. Diremos que no, sin lugar a dudas.