Los genios de la ingeniería vial lo volvieron a hacer. No conformes con colocar topes a diestra y siniestra en la zona metropolitana de Pachuca (topes negros para que nadie pueda verlos en la noche, y con diseño que les valdría el retiro de su título universitario), ahora estos genios viales decidieron que no había mejor idea que cerrar todos los carriles de la avenida G. Bonfil para hacer obras que no quedan del todo explicables para la opinión pública.
Entiendo que la infraestructura citadina necesita mejoras, y más una avenida que por un lado está llena de baches, y por el otro se convierte en un canal de agua de lluvia, pero levantar el piso en cuatro carriles y habilitar como alternativa una vil brecha de terracería llena de desniveles merece una crítica sin contemplaciones.
¿Por qué los genios de la ingeniería vial decidieron trabajar en pleno temporal, y bloqueando toda una avenida muy transitada? No tengo la respuesta correcta, pero se me ocurren varias posibilidades: una es que los constructores decidieron comenzar los trabajos deben antes del cambio de gobierno para que la nueva administración encuentre la obra iniciada y esté obligada a terminarla. Otra es que a los constructores ya les pagaron (por adelantado) y deben justificar, aunque sea en parte, lo que devengaron.
Por supuesto que estoy molesto. La avenida Ramón G. Bonfil es parte de mi ruta diaria al trabajo y a recoger hijos. Ahora, gracias a la genialidad de alguien, sufriré junto con ciento de automovilistas las consecuencias de una mala e improvisada planeación. Lástima que no es septiembre, pues entonces podría rematar este texto con el grito de ¡Viva México!