¿Plagiar o no plagiar?
 
Hace (91) meses
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El plagio ha existido siempre, y quienes digan que no es que quizá no conocen el significado de esta acción. Tan sólo hoy en día tomar un texto de internet, una imagen, videos o canciones y no decir que no son propias y que se trata de obras de otros autores, ya es un delito.
Los casos más graves, a mi consideración, son los temas académicos, donde desde los niveles de educación básica hasta posgrado las sanciones en instituciones de prestigio van desde calificaciones reprobatorias hasta expulsiones y anulaciones de grados, pero los implicados con el fin de salvarse justifican su acción negándolo o a proclamando una falsa explicación de desconocimiento del tema.
Este plagio de investigaciones, discursos, planes de gobierno, reformas u obras es común en muchos ámbitos y niveles socioeconómicos, académicos, políticos, y cuando lo hacen evidente, a veces tratan de disfrazarlo con citas falsas o con textos inventados que describen párrafos copiados de autores con obras reconocidas, intentando cambiar palabras, lugares, fechas, hechos.
No lo digo yo, pero el plagio es un robo, un delito, y lo dicen aquellos que se dedican a la investigación o que cuidan como un tesoro sus creaciones y que si bien les va, acuden ante la oficina de protección de derechos de autor a tiempo para registrar sus obras imaginando que esta instancia defenderá su creación ante todas las personas, sobre todo estudiantes o profesionistas.
En ocasiones anteriores se han denunciado públicamente estos delitos y a través de redes sociales se ha tachado a los involucrados; que ésta sea pues una oportunidad para que las instituciones públicas y privadas de nuestro país refuercen su rigurosidad para evaluar la investigación en México y para evitar que los investigadores caigan en esta práctica fácil y vergonzosa que denigra escuelas y personal académico.
Que desde los primeros niveles educativos se insista en la honestidad educativa para formar jóvenes investigadores, que a través de una obra demuestren su talento y no sean avergonzados públicamente etiquetando a investigadores, docentes, alumnos, políticos.
Que en instituciones y empresas de la iniciativa privada o públicas se ejerza un rigor en el momento de contratar a sus empleados con grados académicos, verificando su autenticidad, dignidad y compromiso profesional.
Que se evidencie a dependencias como la de Turismo en Hidalgo que sin el mayor recato se plagió proyectos culturales, para ofrecerlos como propios, sin dar el crédito a sus creadores.
Que todos por igual, sin importar cargo o posición, sean obligados a reconocer sus errores y a enmendar esta acción que poco ayuda a un país, ya de por sí desacreditado internacionalmente en el ámbito educativo. En una palabra, que no chinguen o si lo hacen, que cuando menos a su progenitora respeten. Y finalmente que por unos cuantos no paguen todos los que ejercen su profesión con orgullo y realizan investigación de alto rigor académico con producción de conocimientos y aprendizaje para México.

Palabras más palabras menos:
Hoy es el Día Internacional de la Solidaridad.
Y solidariamente aprovecho este espacio para felicitar a mi colega y amigo Jorge Martínez, por su nombramiento como Jefe de Comunicación Social de la Presidencia de Pachuca, ¡éxito! Fue un honor para mí compartir este espacio de reflexión y malas palabras. Hasta pronto.
P.D.: Valor y huevos.

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