Aunos días de aprobado el Nuevo Sistema Educativo —que no tiene nada de nuevo— en Hidalgo muchos docentes se ausentaron de sus lugares de trabajo. Hoy pasará lo mismo y tal vez el viernes. La causa: las elecciones sindicales.
En un país de primer mundo se esperaría que las elecciones de un sindicato de docentes fueran ejemplares, que existiera discrepancia, debate y diálogo. Aquí, en Hidalgo, los maestros resuelven sus diferencias a gritos y con acciones coercitivas. Si a un maestro no le parece algo no espera las vías institucionales, porque no tirar las urnas y gritar, insultar y generar acciones que violenten los derechos de otros.
Y a la par de esa pasión que viven los sindicalizados, la cúpula y sus detractores se juegan una especie de guerra de declaraciones, filtraciones y acusaciones. Aquí no se trata de la mejor propuesta o quién represente mejor los intereses de los trabajares, la guerra se trata sobre quién es más corrupto, quién favoreció más a sus amigos, quién se ha enriquecido más y a quién quieren más en gobierno.
Y de nueva cuenta es una pena, no por los docentes, que buscan resguardar sus derechos laborales, sino por quienes han confundido una lucha sindical con un botín político, como ha pasado ya desde hace mucho tiempo.
Dudo que el nuevo dirigente sindical represente algo nuevo y positivo para el sindicato de maestros en Hidalgo. Será como Moisés, Mirna, Alejandro y Sinuhé. Y si no me creen, visítenlos en sus grandes casas, esas que ningún otro maestro tiene, que para un docente honrado están muy, pero muy lejos.