Ricardo Monreal Ávila es un político que saltó a la fama nacional cuando se rebeló contra las elites del Partido Revolucionario Institucional que quisieron imponerle disciplina tricolor, en lugar de cumplirle sus aspiraciones de ser candidato “natural” de ese partido al gobierno de Zacatecas. Tan natural fue su destino en ese lance, que renunció al respaldo y afiliación del PRI y se lanzó como candidato a gobernador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y ganó el puesto en las urnas.

Como gobernador de aquella entidad, Ricardo Monreal no lo hizo mal y heredó el puesto a su nuevo partido, mismo que decidió abanderar a Amalia García, supuesta izquierdosa que fue electa como gobernadora de esa entidad. Episodio gubernativo pésimo de la señora y que, por eso mismo, el gobierno del estado fue recuperado por el PRI en la siguiente ronda comicial.

Pero Ricardo Monreal ya se había ubicado en el panorama político nacional sin necesidad tricolor y obtuvo otros puestos de elección federal. Se dijo que el zacatecano había hecho una muy buena relación con Andrés Manuel López Obrador, notable dirigente del PRD con el que Monreal había acordado alzarse como candidato perredista al gobierno zacatecano. La relación de estas dos personas se estrechó cada vez más y en la segunda aventura electoral de López Obrador por la Presidencia de la República, Monreal figuró como cercano colaborador y, además, defensor de las reclamaciones del tabasqueño contra la compra de votos que llevó a Enrique Peña Nieto a la titularidad del Poder Ejecutivo federal.

Político zacatecano por 40 años en su haber, Monreal Ávila ha estado en la cresta de la popularidad desde hace años; tanto, que el sentir mediático lo ubicó como futuro candidato a la Jefatura de la Gobierno de la Ciudad de México por su trayectoria, sensación que se afirmó con su triunfo electoral por la jefatura delegacional de Cuauhtémoc en la capital del país, bajo la bandera de Morena, nuevo partido político impulsado por López Obrador.

Todo iba bien para el zacatecano en la cosa pública, pero algo ocurrió (algo que nadie confiesa) para que Ricardo Monreal se vea hoy en la soledad y sin los asideros políticos que lo encumbraron a la fama pública. Más allá de las manoseadas encuestas, Monreal ha sido sacado de la contienda interna de Morena por la candidatura del Gobierno de la Ciudad de México. El zacatecano culpa a la “nomenklatura” del nuevo partido; esto es, responsabiliza a la burocracia decisoria de su partido haber sido puesto en tercer lugar de preferencias en un sondeo interno de Morena, con cuatro prospectos para la candidatura de ese partido en los comicios capitalinos del año entrante.
De hecho Monreal ha pedido la reposición de la consulta, se queja de grillas en su contra dentro del partido y prácticamente deslinda a López Obrador de los hechos. Y el tabasqueño, en lugar de aclarar cuál es el fondo real de la defenestración de Monreal, sólo clama alusiones respecto de la trama y afirma, como lo hace con insistencia, que la lucha política de él y su partido “no es por los cargos”, lo cual es un total despropósito porque precisamente para concursos electorales fue creado su partido y, obvio, mediante el voto popular alcanzar los cargos públicos que se requieren para cambiar cualquier régimen gubernativo. López Obrador debe ubicarse y entender que el proceso que bajó a Monreal debe reponerse en aras de la transparencia y de la diferencia que el mismo López Obrador pregona.