Un pachuqueño con suerte
 
Hace (87) meses
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En medio de la vorágine de fin de 2016 con las malas expectativas que se hicieron reales en los primeros días del presente enero, el destino fijó sus atenciones en un pachuqueño con suerte.
Durante ocho décadas el pachuqueño con suerte ha visto cómo varios presidentes de la República han utilizado toda clase de métodos para gobernar para mala suerte de los mexicanos.
El pachuqueño con suerte recuerda que Miguel Alemán Valdez, creador del “milagro mexicano”, hízose rico y creó multimillonarios. Al terminar la Segunda Guerra Mundial abrió las puertas de México al capital extranjero.
El siguiente presidente, Adolfo Ruiz Cortines, fue, quizás, el único presidente que registrará la historia como el más sabio y probo, aunque demagogo revolucionario

La mala suerte del mexicano
Adolfo López Mateos, a quien la voz popular denominó López Paseos por el gran número de giras internacionales que realizó al exterior, fue duro represor de maestros y obreros ferrocarrileros, encarcelados por el delito de “disolución social”.
Gustavo Díaz Ordaz, fiel seguidor de su antecesor, ordenó el tlatelolconazo, la masacre del 2 de octubre de 1968 en la plaza de Las Tres Culturas, de Tlatelolco.
A Luis Echeverría Álvarez, autor del “halconazo” del Jueves de Corpus, de 1971, se le debe en gran parte el inicio de las crisis económicas. Dilapidó el presupuesto sexenal al crear fideicomisos inútiles. Dejó una deuda externa de casi 20 mil millones de dólares.
José López Portillo, compañero de banca de Echeverría, multiplicó la deuda externa en 80 mil millones de dólares. Llorón e hipócrita, juró defender el peso como un perro; sin embargo devaluó nuestra moneda e hizo famosa regia mansión en una colina bautizada como la Colina del perro.
El pachuqueño con suerte vivió, como 80 millones de paisanos, la época de la inflación galopante durante el sexenio de Miguel de la Madrid, inventor de los pactos para la estabilidad económica del país.
Carlos Salinas de Gortari heredó la era de los miles de pesos convertidos en millones, alimentó ilusiones vanas entre los mexicanos; le quitó tres ceros al peso con el sistema neoliberal que sepultó definitivamente a “la revolución hecha gobierno”.
Salinas de Gortari pasó la estafeta a su títere Ernesto Zedillo, con quien mantiene en secreto el plan para asesinar a Luis Donaldo Colosio, y colocó como sustituto a Zedillo.
Después llegaron los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón. El primero, un presidente folclórico, quien casóse con su secretaria de prensa, Marta Sahagún, y quienes se codearon con el papa en turno y con la reina Isabel de Inglaterra. El segundo, Calderón, autoproclamado “presidente del empleo”, inició la guerra contra el narco que acarreó la muerte de decenas de miles de muertos y desaparecidos.
Esa guerra continúa sin desmayo con el actual presidente, Enrique Peña Nieto, célebre por su Casa Blanca; su esposa, La Gaviota; su indeterminada lucha contra la corrupción, sus gasolinazos; sus pactos por México y su lema “Mover a México”, que todo mundo interpreta como “joder a México”. Y aún le sobran eternos dos años.

El pachuqueño con suerte
México no ha tenido suerte con estos presidentes. Hay un pachuqueño que comenzó a vivir una racha de mala suerte a mitad del año pasado. Después de tedioso y prolongado proceso de análisis y estudios clínicos, médicos del Seguro Social diagnosticaron cáncer en el hígado.
La oncóloga Nelia María Noh Vázquez fue terminante, al responder la pregunta ¿cuánto me queda de vida?: “Tres meses sin tratamiento; diez meses si se somete a él”, después de estudiar una tomografía captada en una central radiológica particular, cuyo costo pagó la familia del pachuqueño. Fue empeñosa al conseguir un carísimo medicamento para detener el crecimiento tumoral.
Lógicamente el diagnóstico causó natural impacto en el pachuqueño. Después de varios días, una de sus hijas, amiga de una radióloga que trabaja en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), la enteró de los pasos seguidos en el Seguro Social, mostró tomografía y diagnóstico.
A partir de esos días el pachuqueño comenzó a ver su buena suerte. La doctora radióloga Lourdes Santos consultó con médicos especializados del Instituto Nacional de Nutrición, quienes al estudiar las tomografías vieron dos posibilidades: la quimioembolización para reducir el tamaño del tumor—que para esos días estaba muy crecido—y la extirpación.
¿Cómo se podría acceder a los servicios del instituto? Entonces apareció otra luz de la buena suerte del pachuqueño: un entrañable amigo y compañero de oficio consideró que había varias alternativas: una, la más viable y accesible, plantear el caso ante el gobernador del estado, Omar Fayad.
Así lo hizo el singular amigo del pachuqueño con suerte. Consiguió que el mandatario hidalguense diera instrucciones al secretario de Salud estatal para que consiguiera una cita con la dirección general del instituto.
Días más tarde la suerte favoreció aún más al pachuqueño al iniciar los trámites en la dirección de Trabajo Social para el estudio socioeconómico, que todo paciente, sea pobre o rico, tiene que satisfacer.
Tres semanas después, tras los análisis y estudios correspondientes, fue fijada la fecha de la operación para extirpar la parte dañada del hígado. El 22 de diciembre, a las 8 de la mañana, el pachuqueño con suerte estaba en la mesa de operaciones. Despertó a las 3 de la tarde, y de allí a la sala de recuperación (no fue necesaria terapia intensiva).
Cinco días después fue dado de alta. Han pasado 20 días y está en franca recuperación.
El pachuqueño con suerte es el autor de La inocente polvorita, que desde este espacio agradece todos los cuidados y desvelos a sus hijos Miriam Antonieta, Raquel, Laura, Anselmo, José Angel, Luis Alejandro y Carlos Alberto; a sus nietos, sobrinos y primos.
Mi infinito agradecimiento a la doctora Lourdes Santos Aragón, a su esposo, Roberto Alfonso Rojas Ávila; a mi amigo y compañero Jorge Martínez López; al jefe del Poder Ejecutivo de Hidalgo, licenciado Omar Fayad Meneses; al director general de diario Criterio, licenciado Gerardo Márquez Camacho, por su enorme solidaridad; a muchos amigos más y personas que han estado pendientes de mi estado de salud.
Reanudo mis colaboraciones en el diario Criterio con amplio saludo a los lectores.
Queda pendiente qué es y cómo funciona el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán.

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