Hace un par de días me encontré con Bella, no llevaba vestido, tampoco iba de amarillo y parecía que había salido de su cuento para decir: ¡Quiero ser árbitra! La afirmación me sorprendió y emocionó cuando señaló la escuela de árbitras y árbitros en donde comenzaría su travesía dentro del futbol. El plan implicaba mudarse a la casa de un familiar, misma que se encontraba cerca de la escuela de silbantes; esto, a pesar de la negación recibida por parte de sus padres a manera de juego. Recuerdo que también comentó algo respecto a ser diseñadora de interiores. No hubo tiempo para que contara el plan respecto a esa profesión, ya que a los minutos terminamos nuestra plática.

Días después reflexioné sobre ese encuentro. Vinieron a mí algunos cuadros relacionados con las protagonistas del futbol femenil, desde ese en donde observé a una chica jugar en una liga profesional de futbol, hasta aquel en el que otra cargaba una pancarta para apoyar a la selección mexicana femenil. Recuerdo haber visto, en alguna ocasión, a una niña levantar con ambas manos un cartel que decía: “Las niñas ya no queremos ser princesas, ahora queremos ser futbolistas”. De igual forma, en mi cabeza retumbaron los gritos de aficionadas en diferentes partidos: “Ovalleee… ¿Me regalas tu banditaaa?”, “Scarlett, ¿una firma?”, “¡Itzel, tus guantes!”, entre otros.

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También volvieron aquellas imágenes de la entrega de premios donde Alicia Cervantes, jugadora emblemática de las Rojiblancas, recibió el Premio a Mejor Jugadora del Año. Desconozco si en algún momento la jalisciense tomó la decisión de dejar la corona, los vestidos y las zapatillas, por un balón, un short y un par de tenis. Sin embargo, en aquella ceremonia de premiación, entre aplausos, subió al escenario con un vestido y zapatillas negras. Tras recibir el reconocimiento, al borde del llanto y con la voz entrecortada, lo dedicó a su familia y a sus compañeras de profesión. Para ese momento ya conocía la otra cara de Licha: lesiones, inactividad deportiva, pérdidas, dificultades personales y problemas económicos. Pienso que aquel galardón podría ser reflejo de todas sus luchas.

Podría seguir con las experiencias que recordé y derivaron de mi plática con Bella. Me percaté de que las mujeres poco a poco toman espacios dentro de este deporte: seguidoras en estadios, jugadoras dentro de canchas, auxiliares asistiendo a futbolistas, directivas tomando decisiones, reporteras cubriendo partidos, comentaristas narrando encuentros… árbitras procurando reglas. Desconozco si Bella, a quien también me gusta llamar Isa, mantenga interés por el futbol. Tampoco sería malo que dejara de querer ser árbitra por volverse diseñadora. Lo relevante es que hoy una niña de 10 años puede pensar en volverse actriz dentro de estos escenarios. Situación que muchas de las referentes que tiene México actualmente veían inimaginable.

Saúl Hurtado Mares

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