Entrar a la renovada casa del Toluca genera una sensación diferente a la de otros gran-des estrenos.

El estadio Azteca es majestuoso, un ícono de la Ciudad de México. Es majestuoso.  El del Monterrey es la modernidad aliada con el diseño y el de Chivas, un platillo volador que está a punto de aterrizar en un paisaje surrealista.

Pero el de los Diablos, el Nemesio Diez, hace experimentar algo diferente: es un estadio clásico con la grandeza de un centenario que maravilla por su nueva estructura pero conservando el sabor de un lugar antiguo.

Por más que la falten algunas cosas para estar terminado, tiene buen gusto, ha ampliado las espacios que le fueron quedando chicos conforme el tiempo fue avanzando y la cercanía con el terreno de juego le da una perspectiva única.

Seguramente el destino le ha sido ingrato a una franquicia que ha luchado contra los accidentes del camino con gran entereza. Para acabar pronto, es uno de los tres equipos con más títulos en la historia del futbol profesional de México, posee un estadio maravilloso, tiene una tradición clara de contendiente al título cada vez que inicia un torneo y es serio a nivel directivo. Toluca no gusta, ni practica el escándalo.

Sin embargo, los Diablos no están entre los cuatro grandes del futbol nacional. La popularidad que tienen América, Chivas, Pumas y Cruz Azul le hace ocupar sitios secundarios en la percepción masiva, cuando cuenta con todos los atributos para ser parte del paquete grande.

Los dos triunfos que ha logrado hablan de que hay que contar con el Toluca este semestre. Si no clasificó por una nariz el torneo pasado a la serie final, ahora tiene un plantel más poderoso, un técnico que ya pagó el derecho de piso y una afición que promete acompañarle con frecuencia pese a la frialdad comprobada de la que se le ha acusado: el número de abonos colocados para el estadio ya reconstruido es de casi el triple respecto a los habituales.

Si al Atlas le anotaron más de los que merecían en la primera fecha, al América le hicieron menos de los que pudieron. El primer tiempo toluqueño fue arrasador y aún en el segundo perdieron un penal y una cereza que Sambueza en su debut rojo pudo firmar en el último instante.

Pero como los triunfos van y vienen porque así es el futbol, la historia hecha consistentemente es la que se queda.

Ver los mencionados estadios además del de Pachuca, Necaxa, Ciudad Universitaria y el proyecto de Tijuana, hacen saber que existe una infraestructura renovada, y en muchos casos espectacular y majestuosa.

Toluca se hace justicia por sí mismo, con diez títulos y todos los atributos enumerados. Claro que es grande.

Aunque la popularidad dependa de otras cosas.