“El PRI no me trató bien”, dice Omar Fayad con un talante desencajado. La molestia se nota en su rostro, mientras reconoce que, de no haber pasado por la pandemia, su gobierno habría terminado mejor y tal vez su ahora expartido no hubiera perdido la gubernatura.
Recién nombrado embajador de México en el Reino de Noruega, el exgobernador hidalguense accedió a platicar con Criterio, justo un día después de ser ratificado por el Senado de la República, entre un acalorado debate entre Morena y los partidos de oposición.
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Para Fayad, su gobierno terminó con el Covid-19, además de señalar que le tocó mandatar en medio de las peores tragedias que han asolado a Hidalgo: “Me tocó el gasolinazo, la inundación de Tula, (la explosión de) Tlahuelilpan, la pandemia”, señala.
En medio de una sala de juntas, en un edificio sobre el bulevar Colosio, a pocos metros de la oficina que una vez ocupó como dirigente estatal del Revolucionario Institucional (PRI), Fayad acusa que fue traicionado, que hubo quien le “mordió la mano”, por eso tuvo que salir del partido, en el cual fue diputado federal, senador, alcalde de Pachuca y gobernador del estado. Sin embargo, argumenta, no regresaría ni aunque los actuales dirigentes se fueran.
En cambio, reconoce ya tener definido su voto a la presidencia de la República: “Es más que obvio, al PRI no lo vuelvo a apoyar nunca”.
Conocedor del lugar al que llegará a vivir en los próximos días, Fayad habla con Criterio de temas como la sucesión presidencial, las elecciones en Hidalgo, la Estafa Siniestra hasta sus planes una vez que se instale en Noruega, esta semana, ya como embajador de México.
Jorge Ávila | Pachuca