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Hace (65) meses
A mí no me afecta
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En 1982, cuando el peso empezó a desplomarse al final del sexenio de José López Portillo, una persona me hizo el comentario que no tenía nada que perder: “A mí ni me perjudica ni me beneficia. Ni tengo dólares ni gasto en dólares. La devaluación no me afecta.”

Esta actitud la comparten Ricardo Monreal y otros políticos de la alianza en el poder que menosprecian el desplome de los mercados. Para ellos, la bolsa es una institución que manipulan unos cuantos y que realmente no afecta la vida de la mayoría de la gente. El mercado es, a su juicio, una representación del poder económico que no puede oponerse a los deseos del pueblo.

La persona que me hizo ese comentario en 1982 reconoció después que la devaluación de ese año sí terminó por afectarlo. El desplome del peso fue, en efecto, el inicio de una crisis económica que se traduciría en una década perdida para la economía mexicana y para las de otros países de América Latina. Muchas empresas quebraron en esos difíciles años, la mayoría de los mexicanos sufrimos una baja en nuestros ingresos, el desempleo se expandió a niveles antes insospechados y millones se hundieron en la pobreza. Virtualmente nadie quedó exento de la crisis, aunque no tuvieran ni gastaran en dólares, aunque no tuvieran acciones en la bolsa.

Los inversionistas no mostraron preocupación por las propuestas de Andrés Manuel López Obrador durante la campaña de este 2018. A la mayoría no le inquietan los triunfos de los candidatos de izquierda, porque saben muy bien que puede haber buenos y malos gobiernos de cualquier tendencia política. López Obrador prometió aumentar el gasto social y la inversión pública, pero sin subir los impuestos ni el déficit de gasto público. Los mercados se preocupaban mucho más por las amenazas de Donald Trump al Tratado de Libre Comercio que por las promesas del candidato de Morena.

Las cosas cambiaron con el anuncio de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, una decisión considerada irracional y enormemente costosa por muchos inversionistas. Las amenazas de los legisladores de Morena y del Partido del Trabajo de confiscar el dinero de las Afores o las reservas del Banco de México, o de expropiar o cancelar las concesiones de minas o de prohibir las comisiones bancarias, generaron los temores que las promesas de campaña no habían provocado.

Tanto el presidente electo como el secretario de hacienda designado, Carlos Urzúa, han salido al paso en los peores momentos y han logrado estabilizar los mercados, pero no antes de que estos registraran pérdidas importantes. Pese al repunte de ayer, la Bolsa Mexicana de Valores había perdido 13.09 por ciento en el mes concluido este 27 de noviembre (NYT). El tipo de cambio pasó de 18.7523 pesos por dólar el 16 de octubre a 20.47 ayer a las 18 horas en el mercado interbancario (Bloomberg). La pérdida de valor es enorme.

Varios operadores de fondos y empresarios me dicen que la cancelación del aeropuerto y las destructivas propuestas de los legisladores de Morena y el PT han generado una enorme incertidumbre. Casi nadie está invirtiendo en bonos o acciones mexicanas.

Pese a lo que sostienen nuestros políticos, esta inestabilidad en los mercados sí afecta a la gente común y corriente. Provoca aumentos en las tasas de interés, inhibe la inversión, reduce la creación de empleos y genera mayor pobreza. Todo por la estupidez de unos políticos que no entienden cómo funciona la economía.

Pena por estudiantes

Los maestros de secundaria de la CNTE están nuevamente en paro en Oaxaca. Exigen nuevas contrataciones y rechazan el modelo educativo. Las promesas de López Obrador han revivido la confianza de los líderes, que por eso suspenden nuevamente labores. Qué pena por los estudiantes.

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