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Hace (1) meses
Un llamado urgente a la acción

Adriel no solo fue víctima de golpes brutales, sino que sufrió un destino aún más desgarrador: la muerte cerebral. Sus días de agonía en el Hospital Regional de Actopan no solo deberían indignarnos, sino también servir como un llamado urgente a la acción por parte de nuestras autoridades y de toda la sociedad.

Edson Martínez

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En los últimos días, una noticia ha sacudido a nuestra comunidad, recordándonos la crueldad que puede existir incluso en los lugares más inesperados: las aulas de nuestras escuelas. El trágico fallecimiento de Adriel, un niño de tan solo 11 años, originario de Santiago de Anaya, nos confronta de manera dolorosa con la realidad del acoso escolar, un problema que, lejos de disminuir, parece estar en aumento.
Adriel no solo fue víctima de golpes brutales, sino que sufrió un destino aún más desgarrador: la muerte cerebral. Sus días de agonía en el Hospital Regional de Actopan no solo deberían indignarnos, sino también servir como un llamado urgente a la acción por parte de nuestras autoridades y de toda la sociedad.
La historia que rodea la tragedia de Adriel es desgarradora. Según informes, fue agredido en su propia escuela, la primaria Benito Juárez, en la comunidad de Xitzo. Los detalles de lo sucedido son perturbadores: golpes, fracturas, coágulos de sangre en el estómago. Todo ello infligido por sus compañeros de clase. Las autoridades educativas, en este caso la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo (SEPH), han expresado su pesar por lo ocurrido y han prometido cooperar con las investigaciones. Sin embargo, las palabras vacías no serán suficientes para sanar las heridas de una familia destrozada ni para prevenir futuros casos como el de Adriel.
Es hora de que pasemos de las promesas a la acción concreta. Es necesario implementar medidas efectivas para prevenir y abordar el acoso escolar en todas sus formas. Esto implica no solo políticas claras y protocolos de actuación, sino también una cultura escolar que promueva el respeto, la empatía y la tolerancia.
Finalmente, como comunidad, debemos comprometernos a no ser espectadores pasivos ante el acoso escolar. Debemos educar a nuestros hijos en la importancia del respeto mutuo y la solidaridad. Debemos estar atentos a cualquier señal de que un niño está sufriendo y actuar con prontitud y determinación para protegerlos.

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