Derrotó Lukaku a ratas y pobreza
 
Hace (69) meses
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Belgium’s forward Romelu Lukaku celebrates their win during the Russia 2018 World Cup quarter-final football match between Brazil and Belgium at the Kazan Arena in Kazan on July 6, 2018.
Belgium beat World Cup favourites Brazil 2-1 on Friday to set up a semi-final against France in Saint Petersburg. / AFP PHOTO / Manan VATSYAYANA / RESTRICTED TO EDITORIAL USE – NO MOBILE PUSH ALERTS/DOWNLOADS

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Romelu Lukaku corría detrás del balón, y al mismo tiempo escapaba del hambre.

Todo cambió el día que Rom se dio cuenta que su madre debía rebajar la leche con agua para alimentarlo a él y a su hermano Jordan de tres años, ya que el dinero no alcanzaba para más.

En ese momento, aquél niño de seis años prometió a sus padres, pero sobre todo a su abuelo, sacar de la pobreza a la familia y la única salida para lograrlo era convirtiéndose en futbolista profesional.

Los Lukaku no contaban con muchos recursos. Apenas un departamento, en su natal Amberes, infestado de ratas, sin televisor y en ocasiones en el que pasaban hasta tres semanas sin electricidad
o agua caliente.

La comida tampoco era un lujo. Leche y pan en el mejor de los casos y algunas veces sólo sobras que eran fiadas por algunos panaderos a la madre del jugador.
“No sólo eramos pobres, estábamos quebrados”, dijo Romelu.

Aconsejado por su padre, Roger Lukaku, un exfutbolista que gastó su dinero antes de tiempo, el niño fijó la edad de 16 años para convertirse en jugador profesional. Pero el camino no fue sencillo ya que el poderoso físico que desarrolló durante su juventud le hizo ganar críticas por parte de algunos padres de otros niños y de sus propios maestros.

Alguna vez, con 11 años y jugando para el equipo juvenil del Lièrse, Romelu, de ascendencia congoleña, fue interceptado por un grupo de padres que le exigió mostrar su identificación para comprobar su edad.

En dos años con el Lièrse, Lukaku marcó 121 goles en 68 partidos. Pronto fue reclutado por el Anderlecht, quien lo sumó a su cantera en 2006 y con el que tres años más tarde firmó su primer contrato profesional, sí, a los 16, como lo prometió. Días después Lukaku debutaba en la Pro League con el número 36 porque el 10, el que pidió con más decisión que miedo cuando lo llamaron de emergencia para jugar la final ante el Standard Lieja, no estaba permitido para los juveniles.

Pasaron 73 partidos y 33 goles con el primer equipo del Anderlecht para que Romelu Lukaku fuera reconocido en Bélgica, y otros tantos para ganarse el respeto en la Premier League, pero nada como tener esa certeza de que su familia jamás volvería a pasar hambre.

“Quería ser el mejor futbolista en la historia de Bélgica. Ese era mi objetivo. No uno bueno, no uno grande, sino el mejor. Jugué con tanta ambición por muchas razones. Porque las ratas corrían por nuestra casa. Porque no podía ver la Champions League. Porque veía cómo me miraban otros padres”, relató Rom.

Staff I Agencia Reforma

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