Todos esperábamos el fin de semana para presenciar un partido de calidad, peleado, cerrado, como son los duelos entre River y Boca, pero esa vuelta de la final de la Copa Libertadores ha sido aplazada y sin fecha asignada.

Todo se debió, lamentablemente, a que en Argentina el futbol está sobre un barril de pólvora cuando se juega un superclásico.

Es el retrato de un futbol desquiciado y una severa crisis de autoridad, que incluye un vínculo muy sucio entre el poder político y el delito, últimamente vinculado al narcotráfico, que es peor todavía.

El salvajismo del sábado se ha visto en muchas partes, pero no tan violentamente como en Argentina. Esperar a un autobús en una esquina, perfectamente situados, para aventarle todo tipo de artefactos con la intención de lastimar a los jugadores que iban dentro, estaba más que preparado.

Los antecedentes de las barras en Argentina han sido terribles, vergonzosos. Las barras están vinculadas a grupos que distribuyen droga en los barrios de Buenos Aires y nadie los molesta, tienen protección de la Policía. ¿Cómo es posible que en una esquina donde se juntan 100 o 200 hinchas de River, que no tienen acceso al estadio, esperen tranquilamente, el paso del autobús de Boca Juniors y lo agredan? De milagro no salieron las pistolas a relucir, como en otros partidos.

Las barras bravas argentinas se han vuelto un cáncer para el futbol y debe hacerse lo que se ha hecho en Europa, donde los violentos fueron marginados, pero en Argentina está el antecedente de que el presidente del país, Mauricio Macri, antes fue presidente de Boca Juniors, y el que quedó en su cargo, Daniel Angelici, es un empresario de los juegos de azar, imagínense ustedes.

Y está mezclado todo ello en grupos que trabajan para políticos, para sindicalistas, para distribuidores de droga y eso convierte al futbol argentino en un barril de pólvora, y más cuando se enfrentan en una final este tipo de equipos.

Y Conmebol no tiene fuerza, no tiene injerencia, no sabe qué hacer. Los equipos van por arriba, los jugadores fueron los que dictaminaron no jugar el partido y estaba ahí el presidente de la FIFA. Ha sido una vergüenza terrible.

Uno quiere que el partido se juegue en su cancha con estadio lleno, el otro quiere que se gane en la mesa. Va a ser muy complicado llegar a un acuerdo.

Por otro lado, la liguilla en el futbol mexicano está lista, y me parece que será muy peleada, cerrada, porque así terminó la Tabla de Posiciones. Entre Cruz Azul, el líder, y el Querétaro, hay 10 puntos de diferencia, y ahí están metidos todos los equipos que van a pelear.

Los demás, se quedaron fuera porque no aprovecharon y porque no supieron ganar en el momento ideal.