Lionel Messi afrontó Brasil 2014 con la etiqueta de conquistador. Para los argentinos, jugar un Mundial en casa del odiado rival y ganarlo era una venganza por todas las afrentas que el vecino pentacampeón le ha propinado a la albiceleste.
Argentina, luego de eliminar, con trabajos, a Suiza, Bélgica y Holanda, se enfrentó a Alemania en el Maracaná el 13 de julio.
Era hora del ídolo, el momento de apuntar a la grandeza y consagrarse campeón del mundo; sin embargo, ni el 10 ni sus compañeros estuvieron finos y al final, Mario Goetze le dio la gloria a los alemanes.
La imagen que más circuló tras el torneo no fue la delos teutones alzando la copa, sino la de Messi pasando junto al trofeo, con la mirada perdida y con el dolor de quien se sabe cerca de su destino pero no llega a concretarlo.