La veleidad que acompaña al futbol califica y desacredita con una ligereza infame.
No hay memoria que resista una mala racha, una temporada decepcionante o hasta un error aislado. La corriente es muy fuerte y hay que ser lúcido para luchar contra ella.
El Real Madrid atraviesa uno de los momentos más grises de su larga historia.
El mejor club del mundo tiene tres meses para aburrirse de jugar sin perseguir ningún título de los que corresponden a sus vitrinas.
Rezagado en la liga, humillado en la Champions en su propia casa, y sin el consuelo de seguir vivo en la Copa del Rey, parece el alumno que tiene que seguir yendo a clases aunque ya sabe que reprobó el año.
Es grave para una historia como la merengue. Pero no tanto como para asegurar que ahí ya nada sirve, que los nombres que consiguieron los títulos más preciados ya no tienen valor alguno.
El plantel está destruido anímicamente, el gran Cristiano sigue siendo añorado y desde el presidente hasta el utilero pasando por el director técnico, han cooperado con sus errores para crear la tormenta perfecta.
Hay mucho que componer, pero seguro que no hay que tirar todo a la basura.
La epidemia de mediocridad que rodea al Madrid tendrá que encontrar cura y lo va a hacer.
Y entonces, como cuando asumió Zidane, se le devolverá el crédito que su historia avala.
Cruz Azul de repente dejó de funcionar y pierde por ello los atributos que se le reconocían el semestre pasado.
Agustín Marchesín comete un error el martes y parece el superhéroe que perdió sus fortalezas: la tribuna acompaña el abucheo. El América, en el noveno lugar de la tabla tras perder un partido improbable que le
hubiera llevado al cuarto, es juzgado sin piedad.
En el futbol se confunde fácilmente la calidad con la suerte; las cualidades con un mal momento.
Y de pronto aparece en escena el Manchester United con los santos óleos ungidos y se levanta de la lona para vencer de último minuto al PSG que vuelve a las andadas: nos recuerda que hay grandes y hay ricos sin que a veces sean lo mismo.
Que el que tuvo, retuvo y hay linajes que son victoriosos aunque hayan perdido cruelmente algunas batallas.
Pese a que hoy sus propios partidarios aborrecen al Madrid, desconfían de Cruz Azul y pueden hasta dudar de Marchesín, la calidad se impondrá.
La historia nos lo ha repetido mil veces.
Francisco Javier González I Agencia Reforma
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