David Patiño mató el sábado dos pájaros de un tiro: se libró de una maldición que nació cuando aún ni debutaba como jugador de Pumas y supo, al fin, amarrar un partido en el que tenía ventaja.

El estratega felino aprendió de la igualada que le sacó Puebla, de la voltereta que a media semana le propinó el León y de otras tantas ocasiones en las que su equipo no supo llevarse los tres puntos, para sacudirse de una seguidilla de 36 años sin ver la luz en la Perla Tapatía.

Primero, el estratega echó mano de Andrés Iniestra y Alejandro Arribas, que no habían sido titulares, para apuntalar al equipo defensivamente. El Lobo fue clave para darle a Pumas posesión en la pelota, mientras que el español, que salió de cambio con molestias físicas, volvió a mostrar su liderazgo  en la zaga.

Cuando José Cardozo, técnico de Chivas, intentó robarle la pelota en el complemento con el ingreso de Michael Pérez al 55’, Patiño reviró con David Cabrera, quien entró un par de minutos después de que los universitarios encontraron la ventaja.

El cambio le ayudó a los felinos a trabar, por instantes, el duelo en el medio campo, por lo que en los minutos finales pocas acciones pusieron en verdadero peligro la cabaña de Alfredo Pollo Saldívar, quien solo vio un cabezazo desviado de Jair Pereira.

Francisco Esquivel I Agencia Reforma