Aliviar el dolor, objetivo del Hospital General Balbuena
 
Hace (65) meses
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El Hospital General Balbuena fue inaugurado oficialmente el 24 de abril de 1962 por Ernesto P. Uruchurtu, entonces regente del Distrito Federal, en un lugar conocido como los llanos de Balbuena, donde había un aeródromo militar.

Fue concebido para asistir a personas de escasos recursos, quienes eran canalizados a este hospital tras sufrir una lesión por violencia. Para tal efecto, contaban con varias ambulancias que salían del hospital tras un llamado telefónico para trasladar a los lesionados, por lo que alguna vez fue llamado Hospital de Emergencias Balbuena.

“Vale la pena recordar que en este aeródromo ocurrió el primer vuelo en avión en México, el 10 de enero de 1910, por Alberto Branniff, y ahí se encontraban las fábricas de hélices de madera Anáhuac, muy apreciadas en su tiempo. También ahí se fabricó el primer hidroavión nacional.

El aeródromo militar fue desapareciendo paulatinamente por el desarrollo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Al heredar el espíritu de atención a pacientes con traumatismos, se consideró a este nosocomio como hospital de sangre, término impactante y dramático, pero obsoleto, por lo que se dotó de profesionistas especializados en la atención de fracturas, lesiones de cráneo, tórax y abdomen.

Con pocos recursos, pero exceso de voluntad, fue alcanzando notoriedad. Ahí se forjaron numerosos expertos en estas áreas. Posteriormente, se fue nutriendo de otras especialidades, como medicina crítica e interna, anestesiología, neurocirugía, cirugía reconstructiva y, recientemente, medicina de urgencias y de reanimación.

Hoy en día, respecto al servicio de cirugía general, asistimos a sujetos para los que, por la naturaleza de su padecimiento, solo existe la resolución quirúrgica, con un elevado índice de éxito, lo que confirma nuestras propias estadísticas: una mortalidad por lesiones traumáticas de 7.1%, menor a otros hospitales extranjeros con recursos a tope, y de 1.3% en padecimiento médico agudo o crónico.

Gracias al entusiasmo de cada uno de los que labora en este servicio (médicos, enfermeras, camilleros), un gran número de enfermos se reintegran a sus familias y a la sociedad. Hay que tomar en cuenta que las lesiones por violencia se dan entre individuos jóvenes que frecuentemente son padres de familia y el único sostén económico de ese núcleo.

Finalmente, a través de los años se han registrado innumerables casos de éxito, desde niños severamente lesionados hasta adultos con padecimientos crónicos.

Podría escribirse un amplio tratado de casos excepcionales, raros y dramáticos. Eso nos motiva, a todos los cirujanos que participamos de estas vivencias a diario, a no defraudar a los que inicialmente tuvieron esa voluntad de servir, algo que, además, nos da una razón para vivir y para realizarnos en una de las más nobles tareas del ser humano: aliviar el dolor”. Así lo expresó en exclusiva el doctor Gabriel Alberto Mejía Consuelos, jefe de cirugía general del Hospital General Balbuena.

Por Fernando Fuentes

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