A tan solo dos días de que comiencen las celebraciones para recordar a los muertos, la estadística de mujeres asesinadas en Hidalgo nos golpea con una realidad que ya supera cualquier historia de terror, de esas que son muy famosas en estas fechas.

En lo que va de este 2019, la asociación Sonrisas Perdidas levantó 112 fichas de mujeres desaparecidas, de ellas 90 fueron encontradas, 6 mujeres lamentablemente fueron localizadas asesinadas y 16 más hasta este día no se han encontrado.

Y solo son datos de una asociación, lo que significa que la cifra puede aumentar exponencialmente.

Y para ejemplo, en tan solo un día dos mujeres aparecen asesinadas en diferentes regiones del Estado, una de ellas fue encontrada en un canal de Ixmiquilpan, tirada ahí como si fuera un objeto que se desecha.

En el otro extremo del territorio hidalguense, para ser más precisos en Tizayuca, apareció muerta una joven que tenía reporte de desaparecida en Pachuca. Con tan solo 21 años esta joven, cuyo único pecado fue salir de fiesta, fue victima de una delincuencia cada vez más brutal y despiadada y que no perdona a nadie.

Al conocerse este caso difundido por la asociación Sonrisas Perdidas, agrupación verdaderamente comprometida y que por varios años ha dado seguimiento a los casos de personas desaparecidas, de inmediato surgieron las voces de indignación ante un nuevo crimen, pero solo eso, voces de indignación, pero no hay ese encabronamiento de la sociedad para exigir a las autoridades no solo el esclarecimiento de estos homicidios dolosos, sino una verdadera estrategia para frenar esto que ya se está volviendo más común de lo deseable.

El hecho de que un día sí y otro también se reporten casos de mujeres desaparecidas y que después aparezcan asesinadas o lo que es peor, que mujeres de quienes no se tenía información si ya habían sido reportadas, luego las encuentren en canales, en parcelas o en parajes lejanos muertas y con signos de una violencia exagerada, ya da muestra de una descomposición del tejido social y en el que lamentablemente las mujeres vamos perdiendo la batalla.

De nada ha servido el discurso paternalista que “nos enseña” un supuesto amor desmedido hacia las mujeres, porque a pesar de sus buenas intenciones, nada más no se puede detener en Hidalgo este delito que lastima a las familias y en muchas ocasiones deja en el desamparo a pequeños inocentes.

¿Qué chingados tienen en la cabeza estos asesinos?

Seguramente no tienen madre, ni hermanas, ni esposa, ni hijas.

Y lo más importante.

¿Qué chingados están haciendo las autoridades para garantizar la seguridad de esas mujeres a quienes aseguran hasta el cansancio que protegen?

¿Con qué cara para mirar a los ojos a las familias de esas jovencitas asesinadas y decir que investigarán hasta sus últimas consecuencias?

¿Qué le dices a una madre que despidió una mañana a su pequeña antes de ir a la escuela y horas después la reportan como desaparecida?

Nadie puede imaginar siquiera el dolor de las familias ante una pérdida de esa naturaleza, pero lo que si se puede es ya ponerse a trabajar en serio en una estrategia que inhiba esos delitos y así aliviar en algo el dolor de esos padres, amigos, novios, esposos, hijos que perdieron a sus mujeres a manos de la delincuencia.

Es hora de dejarnos de esas jaladas del día naranja, hay que actuar como sociedad unida y comprometida para defendernos unos a otros.

Más nos vale que lo hagamos ya, lo demás son solo palabras huecas. Espero sus comentarios.