El terrible crimen del Botas
 
Hace (53) meses
 · 
Compartir:

La madrugada del jueves 6 de octubre de 1879 la plazuela de Mercaderes, de Pachuca –ubicada donde hoy se encuentra el mercado Primero de Mayo–, registraba ya gran movimiento; desde las 5:00 horas se instalaron vendedoras de tamales encuerados y atole champurrado, confundidas con expendedoras de tés de hojitas y amargos.

El humo de los anafres desprendía su olor característico hasta confundirse en el ambiente con otros, como el de las panaderías, cuyos amasijos horneaban a esas horas sus productos típicos. A estos aromas se sumaba el del carburo desprendido de las lámparas con que los mineros iluminaban su camino en las empinadas y oscuras calles de la ciudad, a fin de evitar una mortal caída.

El señor Scoble, dueño de la afamada fonda La Pachuqueña, ubicada en la primera calle de Morelos, daba los últimos toques a las viandas del desayuno que serviría a sus abonados a partir de la siete de la mañana. Mentalmente recorrió el nombre de cada uno y recordó con extrañeza que el viejo usurero de nacionalidad polaca, Francisco Lambert, no se había presentado a tomar sus alimentos desde el viernes anterior y reparó también acerca de que el prestamista le adeudaba los servicios de cuatro días.

Sin suspender sus labores, se dirigió al Chupado, apodo con el que había bautizado al mocito que le ayudaba, un muchacho de delgada figura y cara alargada.

–Vete, –le dijo–, a casa del señor Lambert, allí junto a la parroquia (de la Asunción) y entérate por qué no ha venido, tal vez esté enfermo y necesita que le enviemos alguna comida especial.

El muchacho se dispuso a obedecer la orden; ya para salir, el dueño de la fonda agrego:
–¡Dile que me debe cuatro días de comidas!
–¿Le pido el dinero? –dijo el Chupado
–¡Como veas! –señaló Scoble, recapacitando que el cliente podía enojarse si le exigía el pago.
La casa de Lambert se ubicaba a un costado de la parroquia de la Asunción y era, sino lujosa, una de las más grandes y bien ubicadas de la ciudad. Había sido remodelada por el rico minero Benito Arellano, quien la adquirió en 1861 cuando, a raíz de la aplicación de las Leyes de Reforma, fue incautada a la parroquia que la ocupaba como curato y se remató en favor de Arellano.

En 1873, debido a la falta de recursos para continuar la exploración de sus minas, entre ellas la de La Zorra, Arellano acudió con el prestamista Francisco Lambert, hombre rico, merced a la ilegal práctica de la usura, bien conocido por su inflexibilidad y sobre todo por la austeridad en que vivía a pesar de sus incalculables riquezas. Muestra de su extraña personalidad era el uso de unas botas largas, toscas y desteñidas de gruesa suela que llevaba puestas siempre, debido a lo cual se ganó el mote popular de el Botas.

Arellano hipotecó la casa de referencia a Lambert y como la bonanza de las minas nunca llegó, no pudo pagar y el Botas se quedó con aquella mansión que pasó a ocupar como sede de sus negocios y casa habitación hacia 1875.
El Chupado llegó al portón de la mansión de Lambert y tocó en varias ocasiones sin encontrar respuesta. Convencido de que su ocupante no se encontraba en la casa regresó a la fonda e informó al dueño lo sucedido.
Scoble presintió que algo andaba mal, por lo que decidió acudir más tarde personalmente en busca del asiduo cliente de la fonda, a fin de indagar su paradero.
Después de tocar varias veces, Scoble accionó distraídamente el picaporte y se percató de que no había sido colocado el seguro. La puerta quedó abierta extrañado, entró dando voces para advertir su presencia, pero no recibió respuesta; recorrió las habitaciones de la planta baja, sin encontrar nada anormal. Enseguida subió por la escalera sin dejar de gritar el nombre de Lambert. Al llegar al pasillo superior observó que una de las puertas se encontraba entreabierta, por lo cual decidió empezar su búsqueda en ese lugar. Al empujar la hoja de madera, quedó estupefacto.

El cuerpo sin vida y ya pestilente de Lambert yacía en medio de un charco de sangre, amarrado de pies y manos. Había sido apuñalado hasta casi quedar descuartizado de manera despiadada.

Scoble, lívido por la impresión, acudió a dar parte de lo sucedido a las autoridades, que minutos después llegaron al lugar. Jamás se supo quien fue el autor de tan terrible crimen, aunque todos supusieron se trataba de alguna víctima de sus negocios usureros, pero eran tantas las personas que habían caído en las garras de el Botas que fue imposible acusar a nadie.

La casa permaneció cerrada por casi cinco años, pues nadie se presentó a reclamar la inmensa fortuna de el Botas, quien murió intestado, y como no hubo sucesores que la reclamaran, fue el gobierno quien se puso las botas del señor Lambert y, después de cubrir los trámites judiciales necesarios, se quedó con la casa, que años después, tras ser reconstruida se convirtió en la sede del Poder Ejecutivo estatal, quien la ocupó hasta 1943, después se estableció aquí el Congreso del estado hasta 1958, la presidencia municipal de Pachuca, entre 1970 a 1984 y, finalmente, se estableció ahí la delegación metropolitana del IMSS.

La placa que ilustra esta crónica corresponde al edificio del ex palacio de Gobierno del estado en 1919.

Compartir:
Etiquetas:
Relacionados
title
Hace 5 minutos
title
Hace 52 minutos
title
Hace 56 minutos
title
Hace 1 hora
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg
Más popular
Política actual impide el desarrollo: Marivel Solís
Por Gerardo Ávila . 24 de mayo de 2016
Por Gerardo Ávila . 9 de agosto de 2017
Por Federico Escamilla . 12 de febrero de 2018
Por Gerardo Ávila . 30 de noviembre de 2015

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad