La huelga minera de 1766
 
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La historia de la comarca minera Pachuca-Real del Monte, registra diversos conflictos obreros desde el descubrimiento de sus minas en 1552, en el “Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado” obran al menos media decena de expedientes al respecto. Sin embargo el de mayor celebridad y desde el luego el más documentado de todos, es sin lugar a dudas el suscitado en Real del Monte en agosto de 1766, cuya trascendencia e importancia derivó en la redacción de las Reformas Borbónicas de finales del siglo XVIII en materia del trabajo minero en los dominios españoles, particularmente en la Nueva España.

El pasado sábado se cumplieron 254 años del estallido de ese conflicto considerado como uno de los más remotos antecedentes del movimiento obrero mexicano, en el que con auténtica conciencia de clase los operarios unidos, llegaron a la suspensión de los trabajos –figura reconocida en el moderno Derecho del Trabajo como huelga– que derivaría en un violento tumulto, al que se llegó a fin de defender sus derechos y exiguas prestaciones.

Todo se suscitó a raíz de su patrón el poderoso Pedro Romero de Terreros, 1er Conde de Regla, decretó de manera por demás arbitraria la suspensión del partido, prestación reconocida por la costumbre, que consistía en permitir al final del “téquio” o jornada, que los mineros sacaran uno o varios costales o tenates de mineral extra, que (re)partirían con el dueño de la mina a porciones iguales, producto que los trabajadores podían vender al mismo patrón o a otra persona, obteniendo así, un sobresueldo, considerado por ellos como indispensable para cubrir sus necesidades.

Había desde luego opiniones como la de Joseph de Leoz, quien manifestó en un informe al virrey, generado con motivo de los acontecimientos de Pachuca y Real del Monte, que esta costumbre, había generado diversos vicios, entre operarios y barreteros, uno de ellos, propiciar la existencia de ingenios de beneficio argentífero, propiedad de los llamados rescatadores, que solo se mantenían de la compra del mineral obtenido a través del partido, adquirido por ellos a precios irrisorios y sin gastar centavo alguno en la extracción, actividad que además evadía el tributo que lo mineros si cubrían a la Corona debido a lo cual ejercían una competencia desleal. Otro alegato, fue el de que los operarios sacaban a través del partido el mejor mineral, apartado sagazmente por los barreteros, a fin de venderlo más caro a los rescatadores. Estos argumentos fueron los que invocó Romero de Terreros al suspender el partido.

El conflicto fue planteado en principio ante las autoridades de Pachuca, quienes nada resolvieron, obligando a los mineros a acudir ante el Virrey Marqués de Cruillas. Como la respuesta de éste, no fue del todo satisfactoria para los operarios, se generaron diversas protestas públicas, alcanzando alarmantes proporciones en el tumulto del 15 de agosto de 1766, en el que los mineros dieron muerte al Alcalde Mayor de Pachuca, Don José Ramón de Coca, cuando intentaba apaciguar los ánimos, resultando muerto también en los disturbios, el minero Manuel Barbosa y a punto de perecer Romero de Terreros, quien se había protegido en la casa que tenía en Real del Monte. Fue el cura de la parroquia del Real del Monte, quien logró pacificar a los huelguistas, al sacar al santísimo “bajo palio” mientras exhortaba a la calma, lo que fue aprovechado por Romero de Terreros, para huir a sus haciendas en Huasca, donde permaneció un buen tiempo.

A partir de ese momento, los operarios de las minas de Romero de Terreros que eran las más ricas de la comarca, se negaron a trabajar e impidieron que otros lo hicieran, paralizándose en gran medida la industria extractiva de la comarca.

Don el afán de resolver el conflicto el virrey envío a la zona al ilustre abogado jalisciense Francisco Javier Gamboa, a fin de realizar las diligencias que considerara pertinentes para resolver la controversia, sin embargo sus esfuerzos resultaron insuficientes, pues esta se prolongó hasta que el año de 1773 en que el Virrey Frey Antonio María Bucareli y Ursúa, aprobó diversas medidas “…. a fin de que se reanuden las labores en las minas de Los Reales de Pachuca y Real del Monte, pertenecientes al Conde de Regla”

En principio Bucareli, intentó derogar la figura del partido, por considerar que tal práctica, era nociva para la minería de la Nueva España, pero pronto se dio cuenta que eso era imposible, ya que no obstante la petición de Romero de Terreros, ningún patrón accedió a suprimirlo, en tal virtud, lo que se hizo fue reglamentarlo y rencauzar el libre comercio con los rescatadores.
Las secuelas del conflicto se sentían aun en noviembre de 1775, al dictarse diversas providencias, que prohibieron a los 18 cabecillas del movimiento, que habían purgado ya pena de prisión en la Habana, “trabajar juntos en cualquier actividad y a ninguno en lo particular en cualesquier minina de estos reinos, por considerarlos de alto peligro para la Corona”.
Un voluminoso expediente reunió, diligencias conciliatorias y de arbitraje así como diversas actuaciones que hoy son consideradas como el más fiel antecedente del derecho laboral contemporáneo, aunque un logro inmediato fue que la experiencia vivida aquí por don Francisco Javier Gamboa, se utilizó en la redacción de las ordenanzas que entraron en vigencia el 25 de mayo de 1783.
Trabajos como los de Luis Chávez Orozco, Doris M. Ladd, José Vergara Vergara y Manuel Arellano Zavaleta, se han encargado de difundir este hecho histórico, que tuvo como escenario esta comarca minera hace ya 254 años.

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