En recientes años hemos escuchado la palabra unicornio utilizarse en cafés, muñecos de peluche, juguetes, libros y empresas. Y precisamente son estas últimas las que más han llamado la atención. La definición de una empresa unicornio se refiere a aquellas nuevas compañías tecnológicas, startups que han rebasado el valor de un billón de dólares. Son negocios que comenzaron a surgir a finales de los 90 principios del 2000 que aprovecharon la era del internet y las redes sociales para crecer. Las empresas más simbólicas de esta generación han sido Google y Facebook. A finales de 2017 ya existían en el mundo 220 unicornios destacando empresas de Estados Unidos como: Uber, Airbnb, Pinterest, WeWork y Space X; en China Xiaomi, Lu. Com, Toutiao, Alibaba, entre muchas otras. El año pasado, con datos del Foro Económico Mundial se registraron 57 empresas que se volvieron unicornios. Los países en los que se generaron fueron: Estados Unidos 32 empresas; China, 18; Reino Unido, 4; Emiratos Árabes, India e Indonesia con uno respectivamente. El gran reto de los unicornios es sobrevivir y no convertirse únicamente en especulaciones temporales. En nuestro país, según la revista Forbes existían apenas 17 empresas en el 2017 que habían rebasado el valor del billón de dólares. Si bien, no se han desarrollado tantas, es un hecho que hemos contribuido a que estos negocios internacionales crezcan, todo ello derivado del gran mercado de consumo que representamos. ¿Cuántos de ustedes han usado un Uber? ¿Ya han reservado una habitación, casa o departamento a través de Airbnb? ¿Usan Facebook para vender algún producto? Todas estas empresas están enseñándonos una nueva manera de consumir y por ende representan un gran reto para las legislaturas de todos los estados y del país. Independientemente de que se requieren destinar mayores recursos para ciencia y tecnología, así como para promover emprendedores, nuestras leyes necesitan actualizarse a la par de los avances tecnológicos. Y como ejemplos basta mencionar lo que ha pasado en diversas ciudades del mundo, incluidas algunas de México con respecto a Uber y su modo de operar, donde muchas de las legislaciones locales no tienen contemplado que un particular a través de una plataforma tecnológica ofrezca servicios de transporte al público o personas que ofrecen sus casas o departamentos en renta y no pagan lo que los hoteles están obligados por ley que es el impuesto sobre hospedaje. ¿Qué va a pasar cuando ya existan drones para transportarte de un edificio a otro? ¿Qué tiene que contemplar la ley de lavado de dinero con respecto al uso de criptomonedas? ¿Qué información tiene el SAT sobre el pago con las mismas? Y la lista es interminable.
Cada día en el mundo están surgiendo nuevas tecnologías que requieren de modernizar las leyes y reglamentos. De ahí que requerimos legisladoras y legisladores que se dediquen a hacer bien su trabajo, que no antepongan los intereses políticos o de su partido a la modernización de nuestro país, que estemos a la altura de lo que representa ser una de las economías más importantes del mundo. Esperemos que en las próximas semanas que se renuevan varias legislaturas locales, así como la federal, veamos propuestas y trabajo legislativo en torno a estos temas. México puede ir a la vanguardia en materia legislativa, necesitamos contar con representantes populares que sean “Legisladoras y legisladores Unicornios”.