Mal empieza su trienio como alcalde de Cuernavaca el exfubolista Cuauhtémoc Blanco, pues con apenas dos días al frente del ayuntamiento de la capital morelense ya logró pelearse, en serio, con el gobernador Graco Ramírez.
La disputa es por el control de la policía municipal de Cuernavaca. Blanco, inexperto en administración pública, pero con el voto popular de su lado, insiste en que los uniformados de la capital deben ser manejados por su gobierno, algo que le pide la gente, según señala.
Del otro lado del cuadrilátero está el gobernador perredista de Morelos, quien se afana en lograr un mando policial único para el estado. El asunto es que Graco Ramírez está dispuesto a quedarse con la policía de Cuernavaca aún si para ello debe firmar un decreto.
El pleito es morboso, pero en el fondo me parece que el gobernador tiene la razón, aunque se ve que no tiene la capacidad ni el tacto para convencer a Cuauhtémoc, quien tampoco es una mansa paloma.
Doy la razón al gobernador porque la pulverización de las policías en el país beneficia más a la delincuencia que la sociedad. Hay ejemplos por doquier de policías que están en la nómina del crimen organizado, y por ello ocurren casos tan terribles como los de Iguala, donde los normalistas de Ayotizinapa secuestrados por la policía fueron entregados para su muerte a Los Rojos.
Policías únicas en los estados, o mandos únicos, son la solución más inmediata a los problemas de la seguridad pública. Cuesta trabajo admitirlo, pero así es. Convencer a Blanco de ello será difícil, lo que hace suponer que tendremos pleito en Cuernavaca para rato.