¿Nueva luna de miel con los empresarios?
 
Hace (52) meses
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Salvador García Soto
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La relación del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su gobierno con los empresarios nacionales ha sido como la de un matrimonio promedio: se conocían de tiempo atrás (2006) y tuvieron sus affaires, luego se distanciaron por un rato y cuando se reencontraron (2018) el amor les pegó con tanta fuerza que decidieron casarse y vivieron por varios meses un tórrido romance, en el que, tanto en privado como en público, derramaban miel, se decían cosas bonitas y se juraban amor eterno. Todo iba viento en popa, pero cuando una de las partes (AMLO) tomó una decisión drástica (cancelar el aeropuerto de Texcoco), la otra parte (los hombres del dinero) se sintieron hostilizados y empezaron a ver con recelo y como amenaza a su seguridad la actitud presidencial.

Hoy, después de meses de haber sostenido una relación de “apariencias”, el impasse entre López Obrador y los empresarios llegó a su fin y hay “reconciliación”, según asegura el “celestino” de esa relación, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo. El también empresario reconoció en una plática que sí hubo “desencuentros y cierto enfriamiento en la relación” del presidente con los capitanes de empresas, pero también sostiene que nunca dejaron de dialogar ni de reunirse. “Finalmente logramos concretar un gran Acuerdo Nacional de Infraestructura, que lo redactamos conjuntamente el gobierno y los empresarios, y que significa un parteaguas en la relación que, a partir del próximo año 2020 empezará a verse con obras, proyectos e inversiones concretas en materia de infraestructura”, dijo Romo.

Y, siguiendo con el símil, si dicen que las reconciliaciones son intensas, Romo asegura que el plan de infraestructura no es el único y en breve presentarán un “Plan de Inversión del Sector Energético” en el que el presidente López Obrador, se comprometió con los empresarios a reabrir la inversión privada en la Comisión Federal de Electricidad, respetando y manteniendo el 46 por ciento privado y 54 por ciento público en cada proyecto, y también en Pemex volverán a licitar obras, sobre todo de perforación de pozos petroleros para empresas privadas.

Así, la realidad ha terminado de imponerse y, el propio Romo lo reconoce, en el gobierno ya entendieron que “necesitamos de la inversión privada en infraestructura, en el sector energético y hasta en el sector salud, porque el dinero público no alcanza”.

Y ante esa dolorosa realidad, finalmente en algunas áreas del gobierno, como el sector energético, donde se encuentran los funcionarios más “duros” y reacios a la inversión privada —léase Manuel Bartlett y Rocío Nahle— están aceptando el regreso de los proyectos y esquemas de coinversión privada y pública en el estratégico tema de energía.

Así que, no se sabe si en la complicada relación habrá un final de cuento y si vivirán “felices por siempre” o al menos por lo que resta del sexenio, pero lo que sí es un hecho es que desde la semana pasada López Obrador y los señores del dinero han vuelto a la “luna de miel” y que pronto, dice Poncho Romo, se verán los “frutos” de ese amor, en obras, inversiones y proyectos de infraestructura y de inversión mixta, pública y privada, en el sector energético. ¿Qué tanto influirá el nuevo enamoramiento en que la economía del país salga del bache en el que la metió la 4T? Eso ya lo veremos.

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