Pechina
 
Hace (70) meses
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Tú lo único que ves en mí es el tamaño de mis tetas”. Esa drástica reclamación le hizo Pechina, joven mujer de benefi ciado busto, a su salaz novio Afrodisio. “No es cierto” -opuso él. “Sí lo es -reafi rmó Pechina-. Y si no dime: ¿de qué color tengo los ojos?”. Arriesgó Afrodisio: “¿36 B?”. Pepito le preguntó al padre Arsilio: “Señor cura: cuando un cura que cura cura a un cura que necesita cura, el cura a quien el cura cura ¿se cura de que el cura que lo cura sea buen cura?”. El buen sacerdote se rascó la cabeza y contestó: “Hijo: creo que esa pregunta es para el obispo”. Aquellos esposos se divorciaron por incompatibilidad de caracteres. Ella era una mantequilla y él un hierro al rojo vivo. Pero la mantequilla estaba siempre fría y dura, y el hierro siempre estaba caliente y blando. El doctor Ken Hosanna le informó al paciente después de practicarle una serie de exámenes: “No tiene usted nada. Lo que pasa es que está crudo”. “¿De veras, doctor?” -inquirió con ansiedad el hombre. “De veras” -aseguró el facultativo. “¡Bendito sea el Señor! -exultó el tipo-. ¡Pensé que me había dado embolia, polio, infarto al miocardio, pérdida de la visión, dislalia, desprendimiento de vejiga, esofagitis, hidrofobia, cefalalgia, meningitis cerebro espinal, lepra, viruela negra, peste, fi ebre amarilla y hasta amenorrea!”. La esposa de Libidio, hombre en permanente rijo erótico, acababa de dar a luz. En la habitación del hospital el verriondo tipo le preguntó al obstetra: “¿Cuándo podré volver a tener actividad sexual con mi mujer?”. “¡Por favor, doctor! -clamó llena de angustia la señora-. ¡Dígale que por lo menos espere a que salga usted del cuarto!”. Don Pachucho le dijo con tono evocador a su mujer, doña Pasita: “¿Recuerdas, viejita, que cuando nos casamos me dijiste que tenía yo muchos defectos, pero que algún día me ibas a cambiar?
Pues creo que ha llegado el momento. Acabo de hacerme pipí en los pantalones”. Firulito, muchacho adolescente, le informó a su papá: “Saqué 9 sobre 10 en el examen”. “¡Fantástico!” -se alegró el progenitor. “De alcoholímetro”, completó el crío. En el campo nudista le dijo el nuevo socio a la hermosa chica: “Estoy emocionado al verte”.Replicó ella: “Sí. Ya me di cuenta”. La curvilínea paciente le preguntó al especialista en temas de sexualidad: “¿Cuál es la mejor hora para el sexo?”. “Entre 12 y una de la tarde -le informó el consejero-. Es la hora en que mi recepcionista sale a comer”. Chonchita, muchacha algo robusta, declaró: “Tengo este cuerpo porno. Por no hacer dieta, por no hacer ejercicio.”. Ella y él se conocieron en el club de radioafi cionados. Su trato los llevó pronto a entablar una relación que nada tenía que ver con su afi ción. Acabado el primer trance ella le dijo a él, decepcionada: “No sabía que eres de onda corta”. “No lo soy -se defendió él-. Lo que sucede es que tú eres de banda ancha”. Una linda chica le contó a su amiga: “Juré no hacer el amor hasta encontrar al hombre perfecto”. “Te felicito -se conmovió la amiga-. ¡Qué hermosa decisión!”. “Así lo creo -continuó la chica-. Pero a mi esposo no le ha gustado nada”. Un sujeto llegó a la farmacia y le preguntó al encargado si tenía condones. “Claro que sí respondió el farmacéutico-. Los tenemos en paquetes individual destinado a los muchachos: uno para el sábado. Los hay también para hombres jóvenes. Vienen en paquetes de tres: uno para el martes, otro para el jueves y otro para el sábado. Y los tenemos para casados. Ésos vienen en paquetes de 12”.El cliente se asombró: “¿12 condones para los casados?”. “Sí -confi rmó el de la farmacia-. Uno para enero; otro para febrero; otro para marzo.”. FIN

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