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Hace (8) meses
A chingarle todos
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Tuvieron que pasar casi seis años y algunos movimientos telúricos para que los niños que la escuela Miguel Hidalgo, de Actopan, pudieran tener un salón decente y no tuvieran que tomar clases en contenedores pomposamente llamados aulas móviles.
El 19 de septiembre del 2017 un temblor sacudió a la Ciudad de México y de rebote llegó hasta Hidalgo, lo que provocó que algunas escuelas sufrieran daños estructurales, por lo que ya no eran aptas para que los niños estuvieran dentro de las aulas.
Para resolver el problema de manera inmediata, autoridades educativas echaron mano de las “aulas móviles” que servirían para la emergencia.
¿Es en serio?
¿A eso le llaman “aulas móviles”?
Literalmente son cajas metálicas de aproximadamente tres metros de ancho por 6 de largo, con cuatro pequeñas ventanas, sin luz y por supuesto tampoco tienen internet, ni se pueden utilizar dispositivos electrónicos para hacer interactiva la educación.
La caja móvil está asentada en unos ladrillos para poder sostenerla, lo cual no garantiza su estabilidad.
Sin ventilación adecuada, la caja móvil es un horno al mediodía, calor que soportan los niños sin hacerla de tos.
El aula móvil cuenta con calefacción y algunas lámparas que no funcionan porque la escuela no tiene largas extensiones para conectarla a la energía eléctrica.
Pero todos estos obstáculos no son suficientes para atemorizar a la maestra y mucho menos a sus niños que con entusiasmo trabajan bajo condiciones extremas.
Para hacer más alegres los días y su entorno, la maestra ha colocado diversos materiales didácticos de colores y así mejorar el ambiente de trabajo y evitar que los niños deserten o que sus padres, al ver las condiciones en que trabajan, prefieran cambiarlos de escuela.
Y al fin niños, los pocos estudiantes que aún se mantienen en esta primaria, acuden con entusiasmo a la escuela y aunque se quejan de que el salón es pequeño y caluroso, eso no los limita para seguir aprendiendo.
Es alentador como los pequeños terminando los honores a la bandera, corren a su “salón” para iniciar un nuevo día en la escuela.
Pero como no hay mal que dure más de seis años, ni cuerpo que lo resista, la revolución les hizo justicia a estos pequeños estudiantes de la escuela primaria Miguel Hidalgo, de Actopan, y justo este 5 de septiembre, a unos cuantos días de cumplir 6 años de aquel terrible temblor, mientras el gobernador Julio Menchaca daba su informe al pueblo, enumerando los logros alcanzados a un año de su administración, autoridades educativas anunciaban que por fin esta pequeña primaria podía estrenar nuevas aulas y hasta baños nuevos.
Fueron seis años de espera, ya han pasado cuando menos dos generaciones y la comunidad educativa de la primaria Miguel Hidalgo mantuvo la esperanza de que la situación cambiara y que no se hicieran como que la virgen les habla a los encargados de mejorar la infraestructura escolar.
Es así que, sin celebraciones multitudinarias, en una pequeña localidad de Hidalgo una decena de niños y sus profesores confirmaban que paso a paso, los compromisos se cumplen.
Si es como dijo el gobernador Menchaca, que, valiéndole madre, va a continuar su lucha para cambiar a Hidalgo, pues a chingarle, pero todos juntos, sin colores, sin fobias y sin apetitos personales.
Espero sus comentarios.

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