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Hace (2) meses
El atrio de la parroquia de la Asunción
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La evangelización de Pachuca fue iniciada entre 1528 y 1529, por misioneros franciscanos itinerantes que venían de la casa de Texcoco, mientras construían los templos y conventos de Tepeapulco y Tulancingo; sin embargo, correspondió al clero secular la atención definitiva de los habitantes de esta comarca, quienes levantaron hacia 1534 la capilla de Santa María Magdalena, a la que aludió el cura Francisco Ruiz en el informe que rindió al Arzobispado de México en 1569.

Una puntual interpretación de los datos consignadores del cura Ruiz permite saber que aquella ermita se ubicó en el pueblo de indios, conocido entonces como La Magdalena Pachuca, hoy Pachuquilla, cuyo templo cambió su advocación de María Magdalena por la de la Preciosa Sangre a mediados del siglo XIX.

En aquellos años la comarca se integraba con cuatro sitios mineros, llamados Reales —administrados por el reyo, la realeza—: el uno, en lo más alto del monte; otro, el de Tlahuelilpan —hoy centro histórico de Pachuca—; uno más, denominado de Arriba —hoy San Miguel Cerezo— y el de Atotonilco el Chico —actual Mineral del Chico— todos conocidos en su conjunto con el nombre de minas de Pachuca, que incluía al pueblo de indios La Magdalena Pachuca.

Así lucía a inicios del siglo pasado el atrio de la parroquia de la Asunción

En el ámbito religioso, la ermita de La Magdalena del pueblo de indios fue remplazada en 1553 por el templo de Nuestra Señora de la Asunción a los Cielos, levantado en Real de Tlahuelilpan —hoy Pachuca— donde se habían descubierto las primeras minas en 1552 y se había establecido la sede de la alcaldía mayor de la región, mientras el templo se convertía en parroquia hacia 1560 y poco después en vicaria foránea de toda la zona minera.

Era aquel templo de una sola nave, con paredes de adobe y techumbre de dos aguas cubierta tejamanil; tenía adosada una gran torre de cal y canto donde se alojaba su campanario. Ocho años después de su elevación a parroquia, se inició formalmente la impartición de sacramentos: primero, en 1868, de bautismos, y un año después, de matrimonios. Fue el ya referido Francisco Ruiz, su primer párroco, sustituido en 1575 por el joven sacerdote Pedro de Salamanca —tenía 34 años—, quien se desempeñó en tal encargo por cerca de 10 años.

El templo primitivo se vino abajo tras las fuertes lluvias que asolaron a esta comarca en 1647, al reblandecerse sus paredes adobe, por lo que se inició de inmediato la construcción de uno nuevo y más amplio templo de cruz griega, construido con paredes de piedra y techo de bóveda, con crucero al centro de la nave; asimismo, se edificó una robusta torre para su campanario; 72 años duraron los trabajos de su fábrica, concluida en agosto de 1719, aunque el culto no fue interrumpido, pues durante todo ese tiempo se instalaron altares provisionales y la impartición de sacramentos continuó sin interrupción.

El sacerdote e historiador Vicente de Paula Andrade, en su obra Efemérides pachuqueñas, apunta que la sencillez de su portada principal contrastó con la opulencia y belleza de su altar mayor, en el que talló un retablo barroco de madera estofada, adornado con imágenes de 20 santos curas.

Digno de mencionarse es el paso por esta parroquia del insigne sacerdote Mariano Matamoros que en calidad de vicario del padre Mariano Iturría ejerció su ministerio del 4 de abril de 1799 al 10 de noviembre de 1801. Matamoros llegó a convertirse en uno de los más importantes colaboradores del también sacerdote José María Morelos y Pavón durante la Guerra de Independencia.

Al erigirse la diócesis de Tulancingo en 1864, los templos de Pachuca permanecieron integrados a la Arquidiócesis de México, la que ratifico a este santuario su jurisdicción como vicaria foránea y con tal dignidad pasó, a partir del 1º de noviembre de 1904, a la jurisdicción de diócesis Tulancingo, año a partir del cual el sacerdote Rafael León emprendió diversas mejoras, primeramente cambió los vanos rectangulares que dan luz al templo por otros redondos, en seguida transformó el alatar principal —que ya en 1873 había sustituido al retablo barroco con un  altar neoclásico— reconstruyó la casa cural y edificó una segunda planta sobre las oficinas de la notaría parroquial para alojar a los vicarios y separó espacio para una recámara usada en las visitas obispales, finalmente ya en 1912 o tal vez a principios de 1913, a fin de delimitar su pequeño atrio, mandó construir un murete sobre el que colocó una baranda de herrería anclada a pequeñas columnas de piedra, geométricamente dispuestas a lo largo de todo el perímetro, en la que se dispuso un acceso al poniente frente a la fachada principal como puede verse en la fotografía que ilustra esta entrega, procedente de 1917.

No se sabe exactamente hasta cuándo se conservó delimitado el atrio de la parroquia, lo que debió suceder entre 1924 y 1925, pues en 1926 se trasladó a la margen sur del atrio el busto de don Benito Juárez, que hasta ese año estuvo en el costado norte de la plaza Independencia.

Finalmente, hace unos meses, se restableció el murete del atrio parroquial de la Asunción, esfuerzo que puede coadyuvar a librar ese espacio de vendedores ambulantes y permitir la limpieza de tal espacio, tal vez el más antiguo e importante que fuera parte de la plaza Mayor —de la Constitución a partir de 1820 en honor de la Constitución de Cádiz— que es como actualmente se le nombra.

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