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Hace (3) meses
Lugares comunes

Si hablamos de las cuestiones de medio ambiente en el estado de Hidalgo, tendremos que recurrir a un largo espacio de lugares comunes en torno a la devastación y a la contaminación que se presenta en la entidad, algo sobre lo que hemos escrito en este espacio y se ha dicho en muchos más.

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Si hablamos de las cuestiones de medio ambiente en el estado de Hidalgo, tendremos que recurrir a un largo espacio de lugares comunes en torno a la devastación y a la contaminación que se presenta en la entidad, algo sobre lo que hemos escrito en este espacio y se ha dicho en muchos más.

Lugar común es una afirmación dura y, sobre todo, cuando los problemas no han sido resueltos y, en muchos casos, ni atendidos por la autoridad competente. Aun cuando, en este caso, al referirnos a la autoridad competente, sea en el sentido jurídico, porque en el de la acción es un hecho ausente.

Pero, entonces, ¿tiene sentido regresar sobre los problemas que se presentan en Hidalgo? ¿Hay justificación para seguir escribiendo sobre temas ya dichos? ¿Se le acabaron las ideas a quien escribe?

Sí, hay razón y justificación para volver sobre los mismos temas, gastados, trillados, trivializados por la autoridad y, en muchas ocasiones, ignorados.

Porque hablar de la contaminación y la devastación es hacer referencia ineludible a las personas, las que deberían estar disfrutando de un entorno en el cual puedan desarrollarse de manera integral y hacer posible el resto de los derechos que, se dice, poseen.

Un lugar común es Acaxochitlán, donde la tala clandestina no se ha detenido y la pérdida de la cubierta forestal tendrá repercusiones en el resto de biodiversidad y en los efectos del cambio climático en el estado.

Lo es la atracción de inversiones para las que no se cuenta con los recursos que demandan, sobre todo agua, como en el caso de Emiliano Zapata, municipio afectado por la instalación de la empresa Time Ceramics, misma que fue acusada de sustracción ilegal de agua y de tráfico de personas, a pesar de la defensa del gobierno hidalguense.

Los municipios están en medio del desabasto de agua porque se piensa que es importante para el área económica, pero no indispensable para el consumo humano.

Hidalgo es una entidad que envía agua a otras entidades y no recibe inversiones de esas entidades en el mantenimiento, manejo y conservación de sus bosques, ríos y lagunas.

Algo que se podría lograr si la participación en la Comisión Ambiental de la Megalópolis no fuera tan marginal.

Hay tantos problemas que no han sido resueltos de manera adecuada, que se han mantenido a lo largo del tiempo y que de alguna manera representan riesgos para la salud y/o el bienestar de las personas.

El caso de Tula, emblemático y común, la contaminación del aire, del agua, el suelo. La decisión de destruir el ecosistema del río Tula, en lugar de buscar los mecanismos para su rehabilitación y restauración, es un grito a la insolencia y a la supeditación de los ecosistemas hidalguenses, al capricho de Ciudad de México.

La presencia de empresas públicas como Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), quienes hasta el momento no han asumido los riesgos que la contaminación que generan puede tener en la gente, hablan de la forma en que se abordan los temas en el país.

Las empresas cementeras y caleras son responsables de la emisión de contaminantes a la atmósfera y no han regulado sus emisiones hasta el momento.

Hidalgo se devasta por empresas mineras que laboran en sus municipios, alejadas de cualquier espacio de sostenibilidad, porque la minería no puede ser sostenible. Los enormes tajos, los jales mineros en Pachuca, en Zimapán.

La indefinición sobre los jales mineros de la capital y su aprovechamiento.

Metztitlán, su laguna seca, su distrito de riego seco y el silencio.

Es ya común ver la destrucción y no actuar, no exigir.

La carretera Real del Monte-Huasca. Los que saben dicen que es sostenible, los que no decimos que pone en riesgo el ecosistema de la Sierra compleja de Pachuca, rica en biodiversidad y fundamental en servicios ambientales; sin embargo, se construye en nombre del progreso y a pesar del cambio climático.

Lugar común es el discurso, el asegurar que las cosas serán diferentes en Hidalgo, a pesar de que no logran avanzar en mucho y quedan debiendo bastante; la promesa de que el bienestar de las personas es exactamente lo que buscan, pero que hasta el momento no han logrado encontrar.

Hay lugares comunes en el estado, llenos de promesas vacías y huecas. Es andar el estado y mirar la pérdida de recursos, la nula acción para construir respuestas al cambio climático, la sequía, la gestión de residuos, el agua para consumo humano.

Más allá del medio ambiente, la seguridad pública y sus muy trillados “casos aislados”, mientras el estado se sume en una crisis profunda de inseguridad.

Lugares comunes que gritan fuerte, la desesperación de la gente y el silencio, pero sobre todo, abandono de un gobierno que, dijo, era diferente.

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