Este lunes comenzarán las posadas decembrinas, una tradición que se celebra en México desde la época colonial y representa el peregrinar de María y José en su camino a Belén.
La leyenda indica que, durante su viaje, la pareja buscó un lugar donde descansar, pues María estaba embarazada; sin embargo, las personas no les dieron asilo, por lo que el nacimiento del Niño Dios ocurrió en un establo.
Por lo anterior, los que participan en el festejo se dividen en dos grupos (peregrinos y hosteleros) y cantan letanías para pedir alojamiento.
Los que representan a los viajeros entonan: “En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada”.
Por su parte, los que personifican a los posaderos responden: “Aquí no es mesón, sigan adelante. Yo no puedo abrir, no sea algún tunante”.
Según los datos históricos, en el siglo XVI, Fray Diego de San Soria pidió al papa Sixto V un permiso para celebrar anualmente el peregrinaje previo al nacimiento de Jesús, mismo que le fue concedido; por lo que, desde esa fecha, durante nueve días, a partir del 16 de diciembre, las familias actúan el recorrido de María y José.
Durante la escena, las personas cargan un nacimiento, llevan velas en las manos y entonan las letanías.
Después de los cánticos, los dueños de la casa permiten la entrada a los que piden refugio.
En el festejo, las familias suelen tomar ponche, comer tamales y romper piñatas.
Las piñatas, elaboradas de cartón o barro, tienen forma de estrella con siete picos, los cuales simbolizan los siete pecados capitales.
Dentro de estas suelen colocarse frutos y dulces, por lo que, al romperlas, las personas obtienen una recompensa, ya que la escena muestra la lucha del ser humano contra sus faltas.
Las posadas culminan el 24 de diciembre, un día antes de Navidad.
Sara Elizondo l Pachuca
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V. A. A. H.
