“Llegó mi momento”: Luis Donaldo Colosio Riojas
 
Hace (69) meses
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Todavía en marzo del 2016, Luis Donaldo Colosio Riojas rechazaba cualquier acercamiento a la política.

Tras una conferencia en Tijuana, reveló que le desesperaba ver a “bandidos” postulados para cargos de elección popular y que en lo personal descartaba tener aspiraciones políticas e incluso pensar en la Presidencia tal como lo hizo su padre, el fallecido Luis Donaldo Colosio Murrieta.

“Quiero ser un buen mexicano”, dijo el joven a quien por años le ofrecieron cargos y candidaturas.

“Para ser Presidente debes tener vocación política, y yo no la tengo, por la sencilla razón de que la política, en lo personal, me ha hecho mucho daño”.

Dos años después, en enero de este año, anunció que contendería sin afiliación por Movimiento Ciudadano: “Me interesa la función pública”, aseguró, “no la política. Es mi momento”.

En la elección del 1 de julio pasado, Luis Donaldo ganó con más del 33 por ciento la diputación por el Cuarto Distrito local sobre Arturo Salinas, del PAN, quien deseaba reelegirse, una zona integrada por colonias como Mitras, Cumbres y San Jerónimo.

Días antes de la votación, el joven de 32 años habló sobre su cambio de decisión.

“Se dio a partir de que me convierto en padre y veo la vida distinto, pero fue un cambio muy sutil que se dio con el tiempo y al ver el panorama tan carcomido en lo estatal, nacional, así como a amigos valientes como Samuel García y Agustín Basave, mi socio y gran amigo, que toman la decisión de participar.

“Eso me inspira y empiezo a darme de cuenta que es mi tiempo”.

Luis Donaldo habló entonces de quienes, en vez de convencerlo, hicieron labor de persuasión.

“Agustín Basave y su papá (ex dirigente del PRD) intentaron convencerme de que no lo hiciera, que es un medio ingrato, difícil. ‘No te conviene’, decían, ‘no lo hagas’.

“Lo hacían por cariño, no lo lograron, porque las razones para no participar en un medio cochino, corriente, mezquino y traicionero fueron precisamente las mismas por las que entré y enfrentarlas”.

Luis Donaldo habló sobre los “pros y contras” con Marilú García, su esposa desde el 2009 y madre de sus dos hijos, Luis Donaldo y María Emilia.

“Él me contó de su interés y, después de mucho platicarlo y analizar los cargos públicos, vi que su deseo era legítimo, que estaba preparado y le dije que contaba con mi apoyo”, cuenta su esposa, que estudió Derecho como él en el Tec y tiene experiencia en la función pública como representante del Gobierno de Tamaulipas en Nuevo León.

Hilda Elisa Riojas, quien ha sido una madre para él desde los 8 años, expresó que la decisión la tomó por sorpresa.

“Me sorprendió, para qué digo que no, pero le dije: ‘Mi amor, para adelante, lo vas a hacer bien. No olvides tus raíces'”.

. . .

Acaso buena parte de los que votaron por primera vez el 1 de julio ignoren o conozcan poco la historia de Luis Donaldo.

Pero, entre las imágenes que muchos tuvieron grabadas al votar estaban la de un pequeño de traje y corbata que saludaba sonriente a su papá desde la tribuna al pie del Monumento de la Revolución, el 6 de marzo de 1994, o que era conducido en brazos durante las horas siguientes al asesinato de su padre, la tarde del 23 de marzo de ese mismo año.

El crimen del candidato del PRI a la Presidencia Luis Donaldo Colosio Murrieta en la Colonia Lomas Taurinas, en Tijuana, cimbró al País y por años cubrió las páginas de los periódicos hasta que se concluyó que había sido cometido por un asesino solitario.

La mayoría no aceptó esa versión y menos Luis Donaldo.

Hoy, sin embargo, él es Diputado local y desde que anunció su interés pidió no ser considerado una continuación del padre.

“Soy hijo de mi padre, pero también soy hijo de mi madre, eso es lo que mucha gente no termina de entender, y que en muchas cosas soy más Riojas que Colosio.

“No soy secuela de mi padre, tampoco de mi madre, soy una combinación de los dos con mis ideas, camino, trayectoria y ganas de dejar huella en el mundo”.

Su madre, Diana Laura Riojas murió el 18 de noviembre de ese año, 1994, víctima de un cáncer.

“No mucha gente lo sabe, pero para mí, sin restarle mérito a mi papá, a quien admiro profundamente, mi héroe es mi mamá. El mayor ejemplo de fortaleza, perseverancia, resistencia y valentía me lo dio ella, que durante mucho tiempo, antes de que ocurriera lo que le ocurrió a papá, ya sabía lo que le iba a ocurrir a ella y, sabiéndolo, se aventó la campaña, y ocurriéndole lo que le ocurrió a papá no dijo nada y se aventó todo ese proceso y luego enfermó más”.

De tez blanca, Luis Donaldo recreó el tiempo en que su madre, internada en hospitales, logró ordenar todo para que él y su hermana Mariana, más pequeña, llevaran una vida tranquila al cuidado de su hermana Hilda Elisa Riojas, responsable legal de ambos.

“¿Dime si eso no es una crónica de una muerte anunciada, pero llevada al siguiente nivel? Todo esto sin dejar en ningún momento que nos sintiéramos menos queridos por ella, arropados”.

Luis Donaldo miró directamente a su interlocutor:

“Ese tipo de amor, de entrega, de visión hacia el futuro, viendo hacia los siguientes 15, 20 años de sus hijos, a pesar de que le quedaban tres meses de vida, ése es el más grande ejemplo que me ha dado cualquier persona en el mundo. Soy más Riojas que Colosio”.

El joven que suele escribir, sobre todo poesía, sonrió. Físicamente se parece a ella. Evocó que, en los últimos días de su madre, pese a su enfermedad, le sonreía “como nadie me ha vuelto a sonreír jamás”.

Hilda Elisa contó que ama a Luis Donaldo y a Mariana desde antes de nacer: “Me la pusieron fácil: son mis hijos y mis dos hijos mayores los ven como hermanos”.

Ella había enviudado de Fernando Corona, padre de sus dos hijos, y se había casado con Fernando Cantú cuando se trajo a los niños Colosio a Monterrey después de la tragedia. Cantú, de quien está separada, fue como un padre para ellos.

“Ellos vivieron una vida normal”, describió ella. “Las piñatas eran como kermeses porque eran los tiempos en que la familia Colosio venía muy seguido”.

Luis Donaldo contó que los primeros años escolares los vivió con los Legionarios en la Ciudad de México y en Monterrey, pero el interés de éstos por sumarlo a la congregación no le pareció atractivo.

“Sufrí mucho”, reconoció. “Cuando me cambiaron al Colegio Americano ya fui muy feliz porque los hijos de los americanos no sabían de quién era hijo y a los de los mexicanos ni les importaba”.

Hilda Elisa comentó que a Luis Donaldo nunca se le dieron los deportes, sólo el karate (llegó a cinta negra) y fue scout. Él cuenta que en campamentos de verano en una escuela militar en Estados Unidos disfrutó las actividades y la equitación.

“Ya después le dio por la artisteada a mijo y le gustó mucho”, dijo Hilda Elisa.

A su paso por el Tec, donde estudió derecho, Luis Donaldo demostró talento para cantar y bailar. El fallecido director de Difusión Cultural, Gerardo Maldonado, fue clave para que participara en obras musicales.

“Fue como un tío muy querido cuya mayor enseñanza fue atreverme a soñar y no tener miedo a ser distinto”, comentó el joven.

Hugo Garza Leal, director de Vinculación y Fomento Cultural del Tec, lo recordó.

“Como alumno fue campeón de oratoria entre los alumnos de expresión oral. En Arte y Cultura, antes Difusión Cultural, participó como actor en la obra ‘La carcajada’, obra de Neil Simon, basada en cuentos de Chejov, y como coestelar en el musical ‘Sweeney Todd’, interpretando el papel de Anthony.

“También como cantante en el Concierto Ensamble 34 ‘British Invasion’ y como lector en eventos como Réquiem por Cervantes, haciendo el Don Quijote, y en el Réquiem por Mozart, protagonizando a Wolfgang Amadeus. Se distinguió por su entrega, disciplina, pasión, talento”.

Luis Donaldo, quien audicionó para Latin American Idol y fue eliminado, intentó ser productor de obras musicales profesionales.

“La vez que hicimos ‘Los Productores’, en el 2009, fue una experiencia enriquecedora, pero nos fue fatal económicamente porque nos tocó la crisis de la influenza”, recuerda Luis Donaldo, quien lo mismo escucha en su auto El Poder del Norte y Red Hot Chili Peppers que lee a Lovecraft, H.G. Wells y a Becket.

Un año después, él, Manuel Sánchez O´Sullivan y Agustín y Alejandro Basave Alanís abrieron un despacho legal en San Pedro.

Tras años de brindarle servicios legales a Movimiento Ciudadano un día los invitaron a él y a Agustín a postularse a un cargo público sin afiliarse a la agrupación.

“Si bien intentamos un cambio desde la sociedad civil, la aportación es mínima frente a lo que puedes hacer desde lo público”, afirmó Luis Donaldo. “Entré aquí para generar un proyecto donde se pueda incluir a la mayor gente posible y para mejorar la relación con el ciudadano”.

Agregó: “La única condición que puse fue que aceptaría si ganaba con mayoría”.

Ahora con el cargo ganado a pulso, Hilda Elisa sabe que Luis Donaldo andará un camino nuevo.

“Siento que será difícil porque la gente espera mucho de él y todo mundo lo va a estar comparando con su papá, entonces deberá hacer méritos propios”, comentó.

Luis Donaldo sabe de eso: “Es natural, hasta yo tengo ese nivel de expectativa de mí mismo”.

Luis Donaldo habla con ímpetu de querer renovar la vida política, la relación con los electores. Es enfático.

“Una parte bonita de la campaña es que gente de 24 años o menos, gente post Colosio, nos apoyó y eso es un halago para mí. Están por un servidor, por el proyecto más que por la memoria de papá. Algo debemos estar haciendo bien”.

. . .

Nacido como su padre en Magdalena de Kino, Sonora, el 31 de julio de 1985, Luis Donaldo bajó 11 kilos por la campaña.

A dos semanas de la elección lucía delgado, aunque su piel carecía del bronceado habitual en los candidatos.

“Me pongo un bloqueador con protector muy alto porque yo no me bronceo: yo me ardo”, sonrió.

Todavía hace unos años, el joven era reacio a las entrevistas. Al anunciar su candidatura a principios del 2018 declaró que su padre volvería a morir de tristeza al ver la descomposición del PRI.

En el 2011 reprochó que la Fundación Colosio explotara el nombre de su padre. Llamó “hipócritas” a sus dirigentes.

El líder local del PRI, Álvaro Ibarra, respondió entonces que comprendía que el joven se expresara así: “Ese magnicidio dejó huellas muy marcadas en sus descendientes”.

Contrario al dicho del priista, Luis Donaldo y Mariana, también ya casada, han crecido bien y, aunque éste se muestra serio al hablar de sus padres, responde con amabilidad y detalles. Dice tener la misma versión que la mayoría sobre lo ocurrido aquel 23 de marzo de 1994 y no le interesa especular. México perdió a un candidato presidencial; él, a su padre.

– ¿Cómo defines el concepto de tragedia?

“Ha sido un proceso que el tiempo, la vida y mis propias relaciones se han encargado de remediar. Las grandes tragedias se quedan como tragedias cuando no te repones: en el momento en que te levantas esa tragedia se convierte en experiencia.

“Si me hubiese quedado emocionalmente trunco aquello seguiría siendo una tragedia, pero a partir de eso llegamos a Monterrey, a una nueva familia. Pudimos tener un buen desarrollo, una buena preparación, conocí a mi esposa, inicié mi familia, mi práctica y ahora tengo la oportunidad de estar aquí.

“Fue muy desafortunado lo que me pasó, pero no lo veo como una tragedia. Ya no. De lo contrario, todavía estaría ahí”.

 

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