Juran cuidar casillas y votos
 
Hace (71) meses
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“¿Se comprometen a cuidar las casillas el próximo primero de julio?”, pregunta la maestra Delfina Gómez a una multitud que vitorea a Andrés Manuel López Obrador en el Parque de la Cruz de este municipio mexiquense.

-¡Sí! -gritan, al unísono, miles de mujeres, hombres y hasta niños que llenan la plaza.

“Es desde las siete de la mañana hasta las 12 de la noche, ¿se comprometen?”, advierte la maestra y ex candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México.

En la entidad en la que el PRI y el gobierno llevaron a Alfredo del Mazo a la gubernatura, Morena reforzó ayer el adiestramiento de sus simpatizantes, para contrarrestar cualquier intento de manipulación electoral.

En cada uno de los tres mítines que encabezó ayer López Obrador en Tenancingo, Huixquilucan y Cuautitlán, los brigadistas de Morena pululaban entre la muchedumbre pidiendo credenciales, tomando datos, recabando firmas… reclutando representantes de casilla.

Por la mañana, en Tenancingo, fue el propio López Obrador quien les tomó protesta, en un acto simbólico, pero con todo y juramento.

“¿Juran cuidar las casillas y defender el voto en la jornada del 1 de julio? Si no es así, que la nación se los demande”, les advierte el candidato, como si aquellos hombres y mujeres comunes estuvieran asumiendo un escaño o una curul.

“Es hasta que se cuente el último voto”, insiste Delfina, “pero es para lograr un cambio que va a durar toda la vida”.

Si alguien sabe de perder elecciones el día de los comicios, ésa es la maestra y ex Alcaldesa de Texcoco.

En 2017, se quedó a menos de 3 puntos porcentuales del priista Alfredo del Mazo. Una diferencia de 170 mil votos que, según los operadores electorales de Morena, fueron “comprados” por el gobierno federal y el PRI usando programas sociales, repartiendo tarjetas rosas y presionando a las comunidades.

Quizás por eso, mientras sus brigadistas reclutan representantes de casilla, López Obrador pronuncia un discurso que fluctúa entre el triunfalismo y la cautela.

“No hay que confiarnos”, advierte ante la gente que atiborra la explanada municipal de Huixquilucan, gobernado por el PAN.

“Son muy mañosos. Aquí ya nos robaron la gubernatura”, recuerda el tabasqueño, curtido en dos elecciones a gobernador de Tabasco en las que alegó fraude, una campaña victoriosa en la Ciudad de México y dos presidenciales en las que acusó a la “mafia en el poder” de robarle la victoria.

Pero, con todos esos kilómetros electorales recorridos, en 2018, López Obrador se da el lujo de cantar victoria, cuando faltan 53 días para las elecciones.

“Estamos a menos de dos meses de lograr la transformación de México. No van a poder hacer el fraude, porque es mucha la ventaja”, presume. “¿Cómo le van a hacer? No quisiera estar en los zapatos de los candidatos de la mafia en el poder, pero allá ellos”.

Comprometidos a defender el voto, los asistentes se desviven en aplausos y ovaciones. Celebran cada ocurrencia de su líder, cada frase de los spots pronunciada en vivo y en directo. “No lo tiene ni Trump”, “frijol con gorgojo”, “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”, figuran entre las favoritas del público.

Pero, en el amplio templete, dos hombres aplauden con menos euforia.

Higinio Martínez, uno de los operadores más experimentados en el Estado de México, que migró del PRD a Morena, sabe que los votos no llegan solos a las urnas. Tiene fama de ser uno de los morenistas que hacen el “trabajo sucio” y saben crear y “aceitar” estructuras. Lo suyo no es tomarse fotos ni pronunciar discursos, y, al final del mitin, se escurre sin despedirse del tabasqueño.

En otro rincón, Horacio Duarte sonríe cuando se le pregunta cómo van con los representantes de casilla. El dirigente estatal de Morena calcula en 65 por ciento la cobertura a nivel nacional, pero confía en que tendrán el cien por ciento antes del 1 de julio.

Que me anoten en la lista
Frente al templete, con López Obrador en el minuto 45 de su discurso, el acto político deviene en fiesta.
En estos municipios mexiquenses, famosos por su pobreza y su inseguridad, no suenan tan descabelladas las “ocurrencias” de AMLO.
“Apenas lleguemos al gobierno, vamos a cancelar la reforma educativa”, dice el candidato.
Y los morenistas responden con un sonoro “¡Duro, duro, duro!”.
“Vamos a construir refinerías y entonces vamos a poder bajar el precio de la gasolina”, promete.
Y la gente lo aclama al grito de “¡Obrador, Obrador!”.
Allí, en los cinturones urbanos del área metropolitana de la Ciudad de México, muy lejos de Polanco, la gente sí aplaude que AMLO quiera vender el avión de Peña Nieto, que no vaya a vivir en Los Pinos, que no vaya a privatizar nada, que vaya a acabar con los moches, que vaya a eliminar las pensiones a los ex presidentes y que vaya a aplicar el artículo 127 constitucional para que ningún funcionario público pueda ganar más que el Presidente.
“Pero antes, me voy a bajar el sueldo a la mitad”, anuncia. Y la plaza responde con el grito de “¡Presidente, Presidente!”.
“Son menos de cien los empresarios de la mafia en el poder, es una minoría”, exclama. Y, aquí, su pleito con los empresarios, es festejado con una porra: “¡No estás solo!”.
Al pueblo, lo que quiere oír. Ésa es la única regla en un mitin del abanderado de Morena.
“Vamos a bajar el sueldo de los de arriba, y vamos a subir el de los de abajo. Populismo, le llaman. Si eso es ser populista, que me anoten en la lista”, añade.
Las frases se multiplican conforme cae la noche en Cuautitlán. López Obrador promete ser breve, pero se extiende.
Acusa al panista Ricardo Anaya de copiar y mentir cuando propone bajar el precio de las gasolinas.
Ofrece regresar como Presidente electo, cita encuestas que le dan hasta 50 puntos de ventaja en Chiapas, 60 en Tabasco, y asegura que, a diferencia de sus pasadas campañas, esta vez el movimiento ya prendió en todo el territorio nacional.
“Vamos a ganar. Me van a tener que poner la banda, lo quieran o no lo quieran”, dice deslizando la mano sobre su pecho.
“La mafia en el poder va pa’fuera”, concluye y, una hora después, la gente sigue en sus sillas.

 

Ernesto Núñez
Agencia Reforma

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