A escala internacional, el presente año trae consigo importantes desafíos de carácter político y económico. La llamada a las urnas tendrá lugar en más de 70 países, los cuales representan más del 60% del PIB y donde podrá participar más de la mitad de la población mundial para decidir sobre el devenir político y económico de países como Estados Unidos, Rusia, India y México.

Este evento electoral tendrá lugar en un contexto de incertidumbre económica, la cual arroja sombras sobre el panorama económico global si consideramos lo señalado recientemente por importantes organismos internacionales como el Banco Mundial.

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Según este organismo, a medida que el mundo avanza hacia la mitad de una década que se esperaba transformadora, se vislumbra un récord desalentador: cinco años consecutivos de crecimiento económico más bajo del PIB en las últimas tres décadas. Esta realidad plantea desafíos sustanciales que requieren una cuidadosa consideración de sus implicaciones a nivel mundial y regional.

Centrándonos en la región latinoamericana, la CEPAL presentó el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023, en el cual se proyecta una dinámica de bajo crecimiento para el próximo año 2024. Este escenario afectará subregiones clave como América del Sur, Centroamérica, México y el Caribe, con estimaciones que revelan tasas de crecimiento inferiores a las registradas en 2023. En particular, se anticipa un crecimiento del 1,4% para América del Sur, del 2,7% para Centroamérica y México, y del 2,6% para el Caribe en 2024.

En consecuencia, en el horizonte se vislumbra un escenario complejo marcado por elecciones a nivel internacional y un crecimiento económico en declive. Bajo este contexto, la buena comprensión de las transformaciones sociales, tanto locales como globales, permitiría abordar estos desafíos e identificar posibles respuestas que permitan al menos reducir los posibles impactos negativos en estos países y que en el caso particular de México puedan verse reflejados en términos de desaceleración, desigualdad económica y extensión de la actividad económica ilícita entre otros aspectos.

Precisamente, es aquí donde la formación integral en ciencias sociales se revela como un recurso fundamental para comprender la interacción que se produce entre los fenómenos políticos y económicos, así como para el diseño de políticas públicas que permitan plantear e implementar soluciones incluso bajo un contexto de condiciones económicas globales adversas.

Dra. Atziri Moreno Vite

Profesora de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno de Tec de Monterrey en Hidalgo

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