Efrén Miguel Rico: una vida llena de trabajo y éxitos
 
Hace (10) meses
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Foto: Juan Martínez

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Trofeos, reconocimientos y amistades. La vida de Efrén Miguel Rico puede resumirse de esa manera, pero no haría justicia al legado humano y deportivo que el entrenador ha dejado en gran parte de la sociedad pachuqueña.

Nacido en Pachuca, el 9 de septiembre de 1949, fue el séptimo de 12 hermanos. Sus padres, Germán Rico y Edovia Plasencia, le cultivaron la virtud de la disciplina y el gusto por el deporte.

“Mi papá y mi hermano fueron boxeadores. Además, surgió la necesidad de protegerme de las burlas. Me enseñaron a boxear no para pelarme, pero sí para defenderme. Incluso, mi papá peleó con un veterano, Kid Azteca”.

Y a pesar de que practicó el pugilismo y el beisbol, fue el futbol el que se atravesó en su camino para cambiarle la vida. A los 15 años, siendo ayudante de mecánico, fue visto por el entrenador de Pachuca, Evelio Alpízar, que lo invitó a probarse en el estadio Revolución.  A los 17 años fue parte de las reservas del club y fue entonces cuando lo invitan a colaborar en el Instituto Hidalguense como entrenador.

“Yo apliqué el mismo protocolo con el que entrenábamos los jóvenes. Y me dio resultado. De esa forma gané mi primer torneo como entrenador. Ganamos todo. De esta manera se crearon varios equipos hasta llegar a ocho representantes en distintas categorías, de los cuales campeonaron cuatro. Por temporada ganábamos entre 20 y 25 trofeos”.

Miguel Rico no descuidó sus estudios y a la par del futbol profesional con Pachuca y el entrenamiento a niños, cursó una ingeniería en el Tecnológico Regional Número 20. Es cuando da el salto a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), como maestro de Deportes en la Preparatoria Número 3.

“Fue un cambio muy brusco, porque tuve que pasar de ser un entrenador entusiasta a ser un entrenador profesional. Tomé el curso de Director Técnico la Federación Mexicana del Futbol (Femexfut). Cuando me titulo, padres de familia y amigos me regalan un viaje en 1999 a Argentina por tres meses para prepararme y lograr ascender al equipo de la universidad de tercera a segunda división”.

Tuvo acercamiento con los cuerpos técnicos de San Lorenzo, River Plate, Lanús, Independiente, pero sobre todo aprendió con el Boca Juniors de Carlos Bianchi, equipo que ganó todo a finales de los 90 e inicios de los 2000.

El apoyo de Andrés Fassi y Antonio Mohamed, quien incluso puso su chofer a disposición, fue vital para que ese tiempo de preparación fuera aprovechado al máximo.

CRECIMIENTO DEPORTIVO Y DESARROLLO HUMANO

A la par de su trabajo en las canchas, la labor de formador y docente ha dejado profunda huella en Miguel Rico, consciente de su responsabilidad como una figura con conocimiento y autoridad.

“Los maestros aprendemos también de los alumnos, aprendemos de los jugadores. Vemos las carencias que tienen, nos toman como ejemplo. Uno aprende a valorar la confianza y se motiva para mejorar como persona y director técnico”.

Para el Manita, la responsabilidad con sus dirigidos es un privilegio y una bendición, ya que el reconocimiento y saludos que recibe en la calle refleja que su labor ha sido destacada. Incluso alumnos que viven en otros países lo recuerdan con cariño.

“Uno puede ganar muchos trofeos, pero dejar un buen legado es más grande que ello”.

La labor en la banca del profe Rico ha sido reconocida por la Femexfut en 2015 por estar al frente de un equipo durante 26 años, más que el mexicano Raúl Arias y el escocés Alex Ferguson, que dirigió al Manchester United.

En 2017 también fue reconocido por el gobierno de Hidalgo, de la mano de Omar Fayad, por su labor al frente de los jóvenes y niños.

 

SUEÑOS POR LOGRAR Y VISIÓN DE VIDA

Más allá de lo conseguido en el ámbito deportivo, institucional y humano, Miguel considera que le falta dirigir un equipo en primera división o en expansión. Recuerda que Andrés Fassi lo invitó a colaborar como auxiliar con los Tuzos, pero esto significaba renunciar a su plaza de en la UAEH, institución de la que guarda muy buenos recuerdos, pero considera ya era tiempo de abandonar.

Sin embargo, el profe ve con buenos ojos el futuro, ya que lo enfrentará de la misma forma en que conquistó sus logros: “Soy muy inquieto. No soy muy planeador. Hago las cosas al momento, pero me salen. Tuve la fortuna de comprometer al niño, al joven, al alumno para que buscaran sus éxitos.  La mayoría de mis alumnos son profesionistas, y les enseño que ese logro es suyo y de sus padres. La terquedad es mi mayor virtud, mi mayor satisfacción es lograr lo que quise ser”.

A pesar de una vida en la cancha, al preguntarle cuál es el momento que más disfrutó, no duda: “Haber terminado la carrera en Ingeniería Industrial.  A mis padres les entregué mi título. Ellos sabían que, si yo quería, yo podía. Ese es mi mejor momento. Tengo muchos trofeos, pero el mayor es la amistad y el cariño de todos aquellos a los que dirigí y enseñé”.

Alfonso Robles I Pachuca

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