Brasil quedó marcado el 16 de julio de 1950.

No sólo en el aspecto futbolero, también en el social.

El Maracaná albergaba el partido final del Mundial brasileño y todo hacía pensar que el anfitrión se quedaría con la copa.

La Verdeamarela sólo necesitaba un empate para proclamarse campeón debido a al formato de la época, pues se jugaba a puntos y en grupos.

Fue hasta el segundo tiempo, cuando Brasil se fue al frente, con gol de Friaca, lo que desató la euforia que minutos más tarde se convertiría en tragedia.

Al minuto 21 del complemento, Juan Alberto Schiaffino empató los cartones y puso a temblar a todo un país.

A pesar de que un empate los hacia campeones, los locales cometieron errores que los marcarían de por vida, sobre todo a Moacir Barbosa.

El meta brasileño quiso adelantarse a un centro y dejó su primer poste indefenso, hecho que fue aprovechado por Alcides Edgardo Ghiggia, para anotar el 1-2 al minuto 79.

Uruguay se proclamó vencedor y dejó tundido a todo Brasil, que hasta la fecha no ha olvidado el Maracanazo.