Lo más triste de la despedida del Estadio Azul no fue la derrota de la Máquina, sino los actos vandálicos que sucedieron al evento.
En principio, algunos aficionados comenzaron a saltar al campo, obligando a la escasa seguridad a perseguirlos, aunque lo que empezó como unas pocas bromas fue creciendo hasta que eran decenas y luego cientos los que estaban en la cancha.
A aquellos primeros intrusos se les aplaudía, e incluso jugadores como Isaac Terrazas, Marcelo Delgado y Víctor Gutiérrez intentaron ayudar a que los dejaran libres, pero la policía pronto se vio superada por personas que tenían botellas de vidrio y lanzaban grandes bloques de hielo.
En algún punto, la seguridad dejó de intentar y la gente entró con libertad a la cancha, arrancando pasto, bebiendo cerveza e incluso quitando las redes de las porterías, lo que obligó a los jugadores a retirarse.
Así fue la despedida del Azul, con goles, buenas jugadas, pero un final lamentable.
Antonio Sánchez Ibarra I Agencia Reforma