Que la diputada por Zacualtipán, Rosalba Calva, anda muy apurada gestionando obras públicas para fortalecer a los disminuidos grupos de neomorenistas de Metztitlán, luego de la tragedia que provocó la semana pasada Edgar Morales, quien dirigía el grupo más fuerte al interior del municipio. Calva está haciéndole caso, dicen, a lo peor de la política en la región, conocido como Chayo Moreno, quien hace unos meses estuvo preso en el reclusorio de Molango por impactar una camioneta de la Policía Municipal y causar lesiones a terceros.

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Que los párrocos de la iglesia de San Agustín y de la cabecera municipal de Tlanchinol se encuentran temerosos debido a que han sido agredidos y amenazados por el comisario de bienes comunales de esa población, Pedro Medina Medina, quien metió una máquina a trabajar en un predio para construir un local, donde se instalará una cantina, por lo que los feligreses piden la intervención de la autoridad competente y del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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Que el exdirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional, ahora exmilitante, Ricardo Crespo Arroyo anda muy dadivoso aplicando recursos económicos y pintando las fachadas de los condominios de El Palmar, en la capital del estado; lo mismo ocurre con la reposición de los adoquines de los jardines en la ciudad capital. Crespo Arroyo, con mucha lana, puso en marcha su programa Por un Pachuca Bien Hecho y exhortó a la ciudadanía a solicitar la reparación del bache señalando ubicación y dando un número telefónico de referencia. La pregunta de muchos es ¿de dónde sale el dinero?

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Que la que anda confundida es la diputada de Morena, afín a Grupo Universidad, Corina Martínez, pues resulta que le dio por reciclar en sus redes sociales una publicación en la que –como si estuviera en plena campaña– llama… ¡al voto!

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Que quien sigue quedando mal con sus gobernados es el alcalde de Tepehuacán de Guerrero, Rosendo Fernández Manilla, quien se puso del lado de un grupo de transportistas pirata, al que se les retiraron las placas, en Zacualtipán. Los concesionarios le preguntan de qué lado está y por qué tanto interés, pues movió cielo, mar y tierra para recuperar las láminas.