En medio de incontables graznidos, decenas de miles de gansos salvajes hambrientos cubren un campo verde de Finlandia que en pocas horas quedará sin hierba, perjudicando la labor y los ingreso de los ganaderos, todo ello derivado del calentamiento climático.
“Hay entre 20 y 30 hectáreas detrás de mí, y se comen todo en un día”, explica a la AFP el ganadero Kari Pekonen. En esta región oriental, que alberga bosques boreales y zonas húmedas, el calentamiento global enfrenta a los agricultores contra la barnacla cariblanca (Branta leucopsis), especie de ave anseriforme, propia del norte de Europa y el este de Groenlandia.
Hace 20 años, pocos gansos salvajes se detenían en Finlandia para alimentarse durante su migración al Ártico desde sus zonas de invernada en los Países Bajos y Alemania. Hoy hay cientos de miles. Como resultado, los agricultores y estos gansos pelean ferozmente por las tierras cultivables.
En esta época del año, la hierba debería estar bien alta, pero solo quedan briznas, lamenta Pekonen. Las aves se alimentaron abundantemente en las 250 hectáreas de prados destinados a alimentar a las vacas. Según el agricultor, los daños ascienden a aproximadamente dos tercios de sus ingresos.
Para proteger sus cultivos sin dañar a las aves, los agricultores intentaron poner en marcha soluciones para hacerlas huir, como cañones láser –que funcionan con energía solar–, o drones que parecen aves de presa. Incluso instalaron altavoces que lanzaban gritos de gansos aterrorizados. Pero los resultados no fueron contundentes.
“Esta especie se acostumbra rápidamente, y la misma medida no funciona de año en año”, explica Mika Pirinen, responsable gubernamental especialista en indemnizaciones. Al igual que muchas aves migratorias, el branta leucopsis –de plumaje blanco y negro– es vulnerable a los cambios climáticos.
Cada primavera, los gansos salvajes abandonan sus zonas de invernada en Europa continental para poner sus huevos en la tundra de los archipiélagos árticos de Nueva Zembla en Rusia y de Svalbard en Noruega. De camino a sus áreas de nidificación, antes de atacar la última etapa sobre el océano Ártico, descansan y se alimentan en el punto del continente más cercano posible a su destino final.
Cuando las primaveras del norte de Europa eran todavía frías, estas paradas eran más al sur. Pero, con el calentamiento climático, “los puntos de escala del branta leucopsis cambiaron”, explica Teemu Lehtiniemi, director de investigación de BirdLife, una organización de protección de la naturaleza. Como resultado, “el mejor lugar para prepararse para la última etapa del viaje es cada vez más al norte”, dice.
Amenazado de extinción en los años 1970 debido a la caza, el número de gansos cayó a 10,000. Los acuerdos internacionales de protección permitieron que su población volviera a crecer. Pekonen, al igual que varios de sus colegas granjeros, desea poder retomar la caza de esta ave. Para Lehtiniemi esto podría efectivamente asustar a los gansos, pero no es viable como solución. “Siempre habrá gansos y necesitarán un lugar para alimentarse”, señala.
Con informacion de Newsweek
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