Como parte del proceso de reinserción social, internos del Cereso de Tenango de Doria aprenden a bordar; dicha actividad, además de ser una terapia ocupacional, se convierte en una forma de subsistencia para muchos de ellos, reconocen la autoridades penitenciarias.

Este lugar tiene una población carcelaria de 125 hombres y siete mujeres, de la cual, 96 varones y el total de las féminas elaboran tenangos.

“Bordar también es cosa de hombres”, reconocen en el interior del penal, lugar que no los limitó a que aprendieran la técnica basada en la puntada de pata de gallo.

Si logran vender sus artesanías, los reclusos tienen una forma de sustento no solo para ellos sino también para sus hijos, padres y esposas.

El proceso de enseñanza-aprendizaje ha sido a través de familiares, compañeros del Cereso y cursos impartidos por el Instituto de Capacitación para el Trabajo de Estado de Hidalgo (Icathi).

De acuerdo con las autoridades del penal, los bordados conectan a los internos con su cultura y las raíces de sus antepasados, y también les ayuda a que el tiempo en reclusión “sea más ameno y de convivencia, como una especie de terapia ocupacional”.

La comercialización de los tenangos la realizan a través de sus familiares, pues por el momento no hay intermediarios o empresas interesadas en ayudarles a colocar sus productos en el mercado.

Recientemente, en la feria de Ixmiquilpan se les consiguió un espacio para que ofrecieran sus artesanías y fueron familiares de las personas privadas de su libertad quienes se hicieron cargo del cuidado y comercialización de los bordados.

Magda García I Tenango de Doria

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