El jueves es un día “especial” en este municipio, pues a la plaza “viene gente de dondequiera a mercar sus productos; principalmente se venden los guajolotes para la tradicional cena del 24 de diciembre”, expresó Gabina Mejía Romero, vecina del centro de la ciudad.

Los guajolotes de rancho son “codiciados” para las fiestas de fin de año, por lo que los compradores los adquieren con una o dos semanas de anticipación, explicó.

En Atotonilco el Grande, el platillo decembrino se prepara  inyectándole tequila rebajado con aguardiente.

Los productores los traen de diferentes comunidades, donde tienen criadores de esas aves.

De acuerdo con la vecina del poblado, el tianguis de los jueves tiene un siglo de ser colocado en las calles del centro de la ciudad, donde se vende “de todo”.

“De la barranca nos traen las verduras y vegetales fresquecitos, el oloroso cilantro y el epazote, esencial en nuestra cocina”, explicó Mejía Romero.

De madrugada, barbacoeros de diferentes lugares del estado también llegan a Atotonilco el Grande.

“La tradición es levantarse temprano para echarse un consomé de borrego, sin faltar el taco placero. Principalmente en el lugar conocido como el monumento de la madre, ahí se venden los tradicionales curados de pulque y natural, así como los tlacoyos con su salsa bien picante”, añadió.