La maternidad y sus retos

El análisis de la maternidad puede incluir diversas aristas, desde el hecho de la significación de la mujer solo a través de la maternidad, los desafíos de la maternidad y oportunidades laborales, los feminismos y la maternidad, el derecho a la autodeterminación en la maternidad, el reto de los cuidados y otros más.

 
Hace 12 días
 · 
María Luisa Pérez Perusquía
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En esta semana habremos de celebrar el Día de la Madre, para México, el 10 de mayo.
Esta celebración pretende reconocer el papel trascendental que ocupa la maternidad en nuestro país. La celebración por sí divide entre quienes la reconocen como justa y quienes la consideran un ejercicio de mercadotecnia y agregan que las madres deben ser celebradas todos los días, no solo en un día en particular. Quizás ambas posturas romantizando el fenómeno de la maternidad.
De acuerdo al Inegi y con datos del 2020, del total de la población de nuestro país el 27.95 por ciento son madres, lo que significa que un poco más de la mitad de la población femenina es madre.
Las madres de entre 15 y 24 años en promedio tenían un hijo, a diferencia de las mujeres de 75 años o más, quienes tuvieron 5.9 hijos en promedio. Es decir, el promedio de hijos ha disminuido significativamente.
Resalta también que el 2.4 por ciento de mujeres entre 12 y 17 años eran madres de al menos un hijo.
Sirva la fecha para traer a la discusión el significado de ser madre.
La maternidad se torna una experiencia sobrecargada de significados sociales. Se trata, por una parte, de una experiencia subjetiva, vivida de manera particular por cada mujer-madre, pero es también una práctica social con una sobrecarga simbólica que no suele ir acompañada de un proceso reflexivo acerca de lo que motiva la experiencia ni acerca de las formas que adopta.
Nadie niega la obvia presencia de factores biológicos en la concepción, el embarazo, el parto y la lactancia, lo que evidencia la verdad absoluta de que solo las mujeres podemos dar vida, pero a partir de ahí, la forma en que se asume la acción de maternar es vivida, en términos colectivos y subjetivos, desde la oscuridad de las tradiciones y las costumbres, permeadas por los roles y estereotipos de género que imponen a lo biológico su deber ser y no deber ser.
“El proceso de construcción social de la maternidad supone la generación de una serie de mandatos relativos al ejercicio de la maternidad encarnados en los sujetos y en las instituciones, y reproducidos en los discursos, las imágenes y las representaciones, que producen, de esta manera, un complejo imaginario maternal basado en una idea esencialista respecto a la práctica de
la maternidad.
Como todos los esencialismos, dicho imaginario es transhistórico y transcultural, y se conecta con argumentos biologicistas y mitológicos. De aquí es de donde se desprende la producción de estereotipos, de juicios y de calificativos que se dirigen a aquellas mujeres que tienen hijas o hijos y que éstas mismas se autoaplican” (Verea, 2004).
Ante esto, tenemos la concepción de lo que es La Madre, así, con mayúscula, como representación ideal la cual ha motivado los monumentos, los poemas, las frases y que conlleva la idea o la aseveración de que la maternidad está directamente asociada al instinto materno, al amor materno con la consecuente paciencia, tolerancia, capacidad de consuelo, capacidad de sanar, de cuidar, de atender, de escuchar, de proteger, de sacrificarse y un largo etcétera.
De esta concepción deviene la definición de lo que es una “buena madre” y una “mala madre”.
El análisis de la maternidad puede incluir diversas aristas, desde el hecho de la significación de la mujer solo a través de la maternidad, los desafíos de la maternidad y oportunidades laborales, los feminismos y la maternidad, el derecho a la autodeterminación en la maternidad, el reto de los cuidados y otros más.
En este espacio resalto los múltiples efectos que la concepción romántica de la maternidad puede tener en algunas mujeres-madres.
Convertirse en madre sin cuestionarse las razones, los motivos o, inclusive a veces, las circunstancias en que una se convierte en madre, puede ser la fuente de catástrofes personales muy serias —desde cuadros psico-patológicos severos hasta condiciones de vida miserables— para estas mujeres, para sus hijas o hijos y para quienes conviven con ellas.
“Vivir la presión de una experiencia subjetiva intensa como un embarazo, un parto y una crianza sin desearlo o sin saber enfrentarlo, o sin recursos para hacerlo, necesariamente desemboca en situaciones conflictivas, dolorosas y violentas” (Verea, 2004).
Es de resaltar también que el aumento de necesidades económicas a raíz del nacimiento de un/a hijo/a, así como la vulnerabilidad que supone la crianza en términos de capacidades, tiempos y energía, propician circunstancias que conducen a condiciones explosivas en la familia o la pareja, considerando los roles de género que suponen que sean las mujeres quienes carguen con prácticamente todo el peso del ejercicio de la maternidad, el cual muchas veces se confunde y suma a las dobles jornadas de trabajo.
En resumen, cada mujer vive la maternidad desde su propia subjetividad, atravesada por los contextos específicos que la rodean, lo que la hace más o menos desafiante. Me refiero a la posibilidad de contar o no con una red de apoyo, una paternidad que trasgreda los marcos tradicionales, etcétera.
Para algunas mujeres-madres no se puede negar el carácter doloroso que tiene confrontar el mito de la maternidad cuando se vive atravesando periodos de ansiedad, frustración, cansancio, agotamiento, depresión, cuestionamiento y demás.
“La culpa, el miedo, la sobreexigencia, y muchas veces la incomprensión y la soledad son situaciones que tienen que afrontar muchas mujeres, ya que determinados significados sociales se sostienen aún hoy de manera privada y pública, consciente e inconscientemente” (N. Sánchez, 2016).
Es de resaltar, primero que nada, la importancia de que la maternidad se trate de una experiencia personal realmente voluntaria y gustosa.
En segundo lugar, que se le reconozca como una tarea social que no puede estar solamente en las manos de las mujeres.
En esta celebración del Día de la Madre celebremos en el reconocimiento de que las madres
somos humanas.
Que las mujeres somos humanas y habrá quienes no quieran
ser madres.

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